22 agosto 2008

Tras CPI (12/08)

¿Cuáles serán las consecuencias políticas de una encuesta tan dura como la publicada ayer? ¿Acelerará el cambio de gabinete? ¿Variará el estilo comunicacional de Alan García? ¿Endurecerá al APRA? ¿Más aranismo? ¿Se mantendrá la senda o habrá populismo? ¿Se abandonará el triunfalismo económico? ¿Se hará por fin algo orgánico para recapturar al sur? ¿Se tomarán tras esto medidas contra el subsidio a los combustibles? ¿Se reformará al Estado para hacerlo más operativo? ¿Habrá dieta? Es una encuesta que le debe sonar muy injusta a García porque tampoco es que se merezca un 20% toledano de aprobación. No se puede negar que ha habido una reducción de la pobreza, que hay mucho más empleo, que la actividad comercial se ha dinamizado, que se ha hecho todo lo posible para que no suba el precio de los combustibles, que basta revisar el consumo de electricidad y de alimentos industrializados o la venta de electrodomésticos y de materiales de construcción para constatar que sí ha habido chorreo, que se han ampliado los programas sociales, que hay mucho más orden y menos escándalos que en la época de Toledo... Es cierto que el triunfalismo económico aburre, que la pobreza rural sigue incólume, que se siente que hay dinero pero no capacidad para solucionar los problemas, pero no es para 20%. Como curiosidad, para ver qué falla en García, voy a mis archivos y encuentro un Caretas (No 1570, 03-06-99) donde aparece un interesante debate entre encuestadores sobre la entonces aprobación presidencial. Recordemos que ya se vivía una crisis económica tremenda, acompañada de un endurecimiento autoritario y un olor cada vez más fuerte a corrupción. Sin embargo, ni siquiera Fujimori llegó al 20% en ese su peor momento (29% en diciembre de 1998) y anduvo entre el 30% y 40% durante la mayor parte de su muy mediocre segundo gobierno. Bueno, controlar la tv y otros resortes clave más le ayudaron mucho, pero según la misma revista y dos analistas consultados (Torres y Saavedra), en esos momentos las razones del secreto fujimorista para no decaer eran: Recorre el país constantemente. No habrá trabajo, pero el Presidente siempre tiene algo que regalar. Es una Doña María Delgado de Odría multiplicada por mil. El gobierno ha montado programas de asistencia y de obras en beneficio de sectores populares que son efectivos. (...) Esta base proviene de los sectores C y D, que son contradictoriamente los que más han sentido la crisis económica. Pero el apoyo se explica en las expectativas que han logrado despertar las promesas presidenciales y también por el cúmulo de pequeñas obras que el gobierno realiza en zonas semirrurales y marginales. La población le reconoce al Presidente su capacidad de trabajo y esto de alguna manera compensa el problema económico (...) se debe a la intensa actividad que desarrolla en los sectores más pobres del país, la cual (...) comunica al conjunto de la sociedad que es un Presidente que se preocupa por los pobres. (...) La gente percibe que ésta es una preocupación personal del Presidente hacia ellos y por eso lo aprueban, porque lo ven trabajando y no detrás de un escritorio o en una cumbre presidencial posando para los fotógrafos. En ciertos sectores populares lo ven como un padre que está donde se le necesita.García debería tener esto en cuenta.

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