24 octubre 2006

De vergüenza ajena

De esta telenovela de Alan García no tengo más que mostrar mi vergüenza ajena. Me parece un asunto estrictamente privado que no afectaba a nadie, algo del ámbito exclusivo de Nores-García, por lo que no venía a cuento sacarlo a la luz. ¡Ni siquiera preguntárselo!
A mí me llegó una información casi idéntica sobre otro candidato presidencial importante en plena campaña y la boté directamente al tacho. Una vez más, hemos demostrado que tenemos una atrasada mentalidad tercermundista. No sé para qué algunos cacarean de su estadía española y de su supuesta sofisticada cultura si terminan publicando esto, tan provinciano, chismoso y de mala leche.
Cambiando de tema, encontré un interesante “blog” (http://killinchadas.blogspot.com/) donde un activista zurdo llamado Ricardo Alvarado hace un descarnado y valiente análisis del mundo de las ONG. Me cuentan que hasta estaría por perder su trabajo en estos organismos por publicar esto. Copio algunos párrafos que están deliciosos: “Han pasado 3 años desde la disolución de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), cuya existencia, aunque discutida, fue el mayor triunfo político del movimiento peruano de derechos humanos. Desde entonces, mucho ha cambiado: la crisis de las ONG, la pérdida de peso político y el escaso apoyo popular han arrinconado al movimiento (…).
Quienes, el pasado 27 de agosto, estuvimos presentes en el evento de conmemoración del tercer aniversario del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación no dejamos de sentirnos maravillados y espantados, como dijera Guamán Poma de Ayala. ¿Cómo el movimiento peruano de derechos humanos, que no puede reunir 500 personas para un acto público, pretende ser un actor político relevante en el Perú de hoy? (…).
Desde su aparición a mediados de la década de los 70, las ONG de derechos humanos han tenido una bulliciosa presencia en la escena pública, aunque sus debates, paradójicamente, siempre permanecen en la oscuridad y sus integrantes, con excepción de algunas figuras destacadas (Francisco Soberón, Susana Villarán, Sofía Macher, Pablo Rojas y Ernesto de la Jara, entre otros), permanecen en la penumbra y no se hallan sujetos al escrutinio público. Ello se debe a que las fuentes originarias de las primeras ONG de derechos humanos fueron, además de cristianos de izquierda vinculados a la Teología de la Liberación, políticos (o “cuadros”, para usar la terminología de la época) pertenecientes a Vanguardia Revolucionaria, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Partido Unificado Mariateguista (PUM), y, en menor medida, Patria Roja. (…).
Las ONG heredaron de los partidos que les habían dado vida características comunes a todos los movimientos de origen leninista: la organización centralizada, la división de la información en compartimientos estancos y las estructuras de poder vertical. A nadie escandaliza, por ejemplo, que Francisco Soberón haya sido, por más de una década, director de la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh), contraviniendo el principio de rotación en el cargo, que es esencial a la democracia”. Continuará…

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