Hoy es Primero de Mayo y se celebra el Día del Trabajo. Estoy seguro que el 99% no debe de saber por qué se conmemora precisamente en este día y el resto hablará vagamente de los “mártires de Chicago”, porque lo que creo que vale la pena contar esta conmovedora historia.
Ni el capitalista más extremo puede negar que las condiciones laborales decimonónicas eran espantosas. Siendo Chicago un fuerte polo industrial, comercial y agrario, era evidente que allí surgiría un amplio proletariado. Y siendo ciudad de emigrantes, básicamente PIGS (por “Polish, Irish, Germans Slavs” o polacos, irlandeses, alemanes y eslavos) como les llamaban desdeñosamente (pig significa cerdo en inglés) la dominante clase WASP (“White Anglo Saxon Protestant” o blancos anglosajones protestantes), las ideologías europeas contestatarias de moda (anarquismo y marxismo) llegaban allí pronto.
Ya desde 1884 el sindicato gringo FOTLU había designado al Primero de Mayo como el día para exigir la jornada de las ocho horas y así en 1886 se había celebrado una jornada más de estas en Chicago con una gran marcha (100 mil personas).
Luego se convocó para una manifestación el 4 de mayo siguiente en la Plaza Haymarket y todo parecía andar tranquilo hasta que alguien reventó una bomba que mató al policía Matías Degan. Nunca se supo si la lanzó un anarquista (versión policial) o un provocador de la legendaria agencia de detectives Pinkerton (la misma que acabó con la mayor parte de los cowboys bandoleros, como Jesse James y que luego Henry Ford usaría contra sus obreros), pero lo cierto es que se armó el desmadre y murieron 11 personas.
Se abrió proceso a los organizadores anarquistas August Spies, Albert Parsons, Adolph Fischer, George Engel, Louis Lingg, Michael Schwab, Samuel Fielden y Oscar Neebe, casi todos inmigrantes alemanes. El juicio fue una broma macabra de parcializado y se condenó a muerte a todos menos a Neebe (el único ciudadano estadounidense junto a Parsons). El gobernador luego le perdonó la vida a Fielden y Schwab, mientras Lingg se suicidó con un curioso “cigarro bomba”. Spies, Parsons, Fischer y Engel fueron ahorcados el 11 de noviembre de 1887.
Todos cantaron “La Marsellesa” antes de morir y Spies le soltó su célebre frase: “Llegará el día en que nuestro silencio será mucho más poderoso que las voces que estrangulas hoy” al verdugo.
El gobernador Altgeld (primer demócrata en triunfar allí) indultó al resto de los detenidos en 1893 y declaró que consideraba que los Pinkerton habían tirado la bomba. Ese gesto casi le costó su carrera política, pues la prensa y la oposición republicana lo crucificaron.
Años después se erigió un monumento a los ejecutados en la misma Plaza Haymarket, que luego sería inexplicablemente dinamitado por el fugaz grupo terrorista gringo “Weathermen” en 1969 y 1970 (estos radicales marxistas tomaron ese nombre –“hombres del tiempo”– de una canción de Bob Dylan). Curiosamente, el Día del Trabajo se celebra el primer lunes de setiembre en EEUU porque fue creado en 1882 en Nueva York.
1 comentario:
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