07 agosto 2007

Sobre el voto libre (05/08)

Rompiendo vacaciones, transcribo, algo editado y sazonado, un crudo y sincero mail de un lector donde me da la contra en un tema con precisiones interesantes respecto al voto voluntario, aunque se olvida de la importancia de la variable “segunda vuelta” en sus opiniones, la que permite reaccionar contra el populismo si éste se pone fuerte en la primera vuelta: “He leído varias de tus columnas, en las cuales te muestras claramente a favor del voto voluntario. Honestamente, no tengo una opinión personal formada al respecto, dado que no conozco en profundidad el tema.
Nunca he escuchado argumentos sólidos a favor de este sistema. Solamente he oído razones en contra del sistema obligatorio actual, en el que vota muchísimo ignorante, lo que lo hace muy vulnerable a que aparezcan Humalas,Fujimoris y demás yerbas...
Sin embargo, viví en Chile durante los 90’s y tuve la posibilidad de ver al voto voluntario en acción.
El resultado fue que los más “pensantes”, los que apoyan un sistema democratico liberal, con una economía de libre mercado, global, ortodoxo, una postura de derecha moderada (o de centroderecha para que nadie se asuste o se ofenda) se mantenían cómodamente al margen, pensando en sus negocios o su día a día y viendo por tv, con desprecio, sorna y lejanía, al circo político. Los que más participaban y hacían bulla eran los rojos, los caviares locales, los antisistemas, los antiyanquis, los “antialgo”, los que buscaban su “reivindicación” respectiva.
Tuvieron la suerte de que los primeros dos gobiernos (Aylwin y Frei) fueran de la cuerda Democracia Cristiana, lo que, de alguna forma, mantuvo en línea a los aún rojimios socialistas y el modelo se consolidó totalmente. Solamente en el 2000, cuando vieron que podía salir el supuesto “cuco” Lagos, es que se pusieron las pilas y se inscribieron masivamente a votar, básicamente por temor a que Lagos vuelva a sus épocas de politicastro de Unidad Popular, de cuando era seguidor rabioso de Allende y negaba la propiedad privada. Felizmente, el modelo ya estaba arraigado y no lo han casi variado ni Lagos ni la Bachelet aunque quisieran. Ya están en “piloto automatico”, aunque lo podrían hacer muchisimo mejor.
Estudié en la P.U.C. de Chile, en la facultad de Economía (“Ing. Comercial” como le llaman allá), muy distinta a la roja facultad de acá, cuna y lugar de trabajo de los “Chicago Boys: locales”, esos que cambiaron a ese país para siempre –a pesar de que le duela tanto a los rojos– y lo sacaron del Tercer Mundo.
Pues de mis inteligentes compañeros de universidad, en general, sólo 1 de 50 votaba y fue porque se “equivocó”... Al resto “le llegaba altamente”. Otro conocido mío, venezolano él, me comentó que allá pasaba lo mismo. Por eso salieron desastres impresentables como Lusinchi, Herrera Campins, C.A. Pérez, Caldera y esto llamado Chávez. La diferencia es que los venezolanos son más flojos y descuidados y votaban menos. Ahora están llorando... Mi temor es que, conociendo a los “pensantes” peruanos, suceda aquí algo parecido. Es decir, nadie votaría voluntariamente, sólo los ‘compañeros’ apristas. Y los Humalas de siempre, los caudilluchos iletrados de tercera empiezan una peregrinación por los Andes (posiblemente financiados por Chávez), regalándole cosas a las masas ignorantes y listo: una votación de 15% para el candidato de los “pensantes”, un 20% para el APRA y el resto para alguna mula con seudopartido, rodeado de oportunistas, pendejos, resentidos sociales, lumpen, ignorantes,comunistas y caviares.
Lima brillaría por su ausencia en la votación y ya no nos volveríamos a salvar como el año pasado. Es más, viendo el remedo de partido en el que se ha transformado Unidad Nacional, la motivación para que los más “pensantes” voten se hace menor.
No es que sea pesimista, pero es la típica actitud peruana (la experimenté un día que empecé a alentar fuertemente al tenista Luis Horna en la Copa Davis y los hinchas peruanos me mandaron a callar, porque “estaba molestando al pobre brasileño y qué podían pensar de nosotros...”), esa que nos lleva a pensar que ‘el problema es de otros’, siempre que no se metan con uno y ya luego es demasiado tarde...”.

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