“Si quieres paz, prepárate para la guerra”, solían decir los romanos. A primera vista suena absurdo, demente, cruel que países pobres estén dedicando valiosos recursos en juguetes bélicos carísimos y de rápida obsolescencia, concentrar tantos “toys and boys” en esto. Para muchos suena más lógico ir hacia pagadas guardias nacionales muy bien armadas con equipo liviano, cuyos peores escenarios serían enfrentar guerrillas, contrabandistas o narcotraficantes. Para eso no se necesitan tanques, reactores o fragatas sino helicópteros, lanchas patrulleras y hummers a lo más, amén de adiós a almirantes y a mucha cantidad de oficiales con muchos galones. Lamentablemente, la realidad es voluble y todos los escenarios son posibles. Cuando una vez le preguntaron al primer ministro británico Harold MacMillan sobre cuáles eran los peores retos para un estadista, éste respondió “Events, my dear boy, events”. ¿Acaso alguien se hubiera imaginado un conflicto tan cruento como la guerra civil yugoslava, a hora y media de vuelo de las pacíficas Roma y Viena? ¿O que los argentinos iban a cometer la locura de atacar a la tercera potencia militar del planeta por unas islitas gélidas en el Atlántico Sur? Si algo enseña la historia es que cualquier cosa puede pasar y que siempre hay que estar preparados. ¿Por qué creen que los suizos siguen con el servicio militar más duro y largo del planeta si están rodeados por la pacífica Unión Europea? Ser un “peacenik” o un derrotista (¿se acuerdan del eslogan “Better red than dead” de los manifestantes antiOTN europeos de los setenta?) te puede conducir a escenarios como Munich en 1938, que provocan que las guerras terminen siendo aún peores. Estamos en un continente inestable y cuyas fronteras están recién cerrándose definitivamente tras haber salido hace casi 200 años del dominio español. La paz con Ecuador apenas supera los 10 años y nadie descarta que en ese volátil vecino suba algún demagogo que quiera desconocerla. Y tenemos al lado a una Bolivia ad portas de una guerra civil...¿Qué pasa si Hugo Chávez y la poderosa maquinaria bélica que ha montado decide intervenir a favor de Evo Morales? ¿Cómo repercutiría eso en Puno? De otro lado, las FARC incursionan muy cerca del Putumayo y tienen una potencia de fuego respetable, como que le han aguantado durante casi cuatro décadas al Ejército colombiano. Y Chile, siempre Chile. ¿No preocupa la virulencia con la que han reaccionado por el simple anuncio peruano de ir a La Haya? ¿No inquieta ese desmesurado gasto militar frente a tres vecinos que no le significan mayor problema? Submarinos Scorpene, tanques Leopard, reactores F-16, buques Spruance....¿Para qué tanto? ¿Para bombardear pingüinos? ¿Para misiones de paz en Haití? Como escribió un lector chileno a una revista santiaguina: ¿qué sigue, comprar bombas atómicas? El armamentismo chileno genera naturales suspicacias. El Ejército argentino es tan sólo una sombra desde la guerra de las Malvinas y si en algo han coincidido el peronismo de derecha de Menem y el de izquierda de Kirchner es en debilitarlo cada vez más. Y la fuerza policial de los carabineros chilenos sería suficiente para paralizar cualquier invasión boliviana. En cuanto al Perú, lejanos están los días en que fuimos el pequeño Iraq de Latinoamérica en los setenta, cuando teníamos la fuerza aérea más poderosa de la zona, amén de una fuerza de blindados rusos de última generación y la más moderna y extensa flota de submarinos, acompañada por un “Grau” puesto a punto en Holanda. Nadie piensa o quiere pensar que haya una intencionalidad chilena de estar armándose para expandirse. No son muy creíbles teorías de la conspiración sobre el gas o el agua, a pesar del conocido prusianismo de la siempre belicosa derecha política chilena (humos acompañado por muchos en la Concertación gobernante). Tampoco nadie propugna que el Perú pase más allá de una fuerza lo suficientemente disuasiva, tipo el humilde Hizbollah frente al poderosísimo Israel en el último conflicto del Líbano en el 2006, de morder la nariz del agresor para que se detenga. Antitanques, minas, bombas al borde de carreteras, infantes en motos y misiles antiaéreos son armas baratas y que frenan maquinarias poderosas. Si algo enseña la historia es que el desarme unilateral conduce a menudo al desastre de los pueblos. Una cosa es amar la paz y otra ser bobo.
(Artículo recientemente publicado en Perú Económico, volumen XXX, N. 12, diciembre 2007)
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