21 marzo 2008

¿Cambios en el agro? (14/03)

Como todos los días, examino El Peruano y me encuentro con una sorpresa agradable. A pesar de su naturaleza silente, que unos confunden con inmovilismo, tal parece que el ministro de Agricultura Benavides comienza a iniciar una serie de cambios trascendentales en su área. Ayer se publicó un nuevo organigrama que cambia de pie a cabeza la estructura de su ministerio, considerado de los más paquidérmicos y folclóricos del ya de por sí ultrapaquidérmico y folclórico Estado peruano. Me imagino que un meticuloso banquero como él debe haberse quedado horrorizado ante tanta duplicación de funciones, cruces de competencias y ausencias de responsabilidades. Ahora ojalá que se meta a reformar trámites y procesos. Otra medida aparecida ayer en el mercado es una reestructuración organizativa de Agrobanco, donde otra vez se nota la mano de un banquero privado. Allí parece que la idea es favorecer la entrada de un socio privado y europeo que tenga mucha experiencia en este tipo difícil de banca, mencionándose por allí que tales candidatos son el holandés Rabbobank y el francés Credit Agricole. La última norma publicada es bastante interesante, pues sistematiza la promoción de la inversión privada en las tierras eriazas con irrigaciones, posibilitándose el pago en efectivo o la reversión al Estado de dichas tierras irrigadas o las obras hidráulicas hechas tras varios años de explotación. Esta ley trata de incentivar que inversionistas institucionales, como las AFP y las compañías de seguros, ingresen al negocio agrario, además de establecer desalojos muy rápidos en casos de invasión o usurpación, dos lacras típicas del campo peruano. Y lo de establecer un banco nacional de proyectos para presentar al sector privado es bastante saludable. Ojalá nomás que quede bien clara la valorización de las tierras eriazas, para que después la Contraloría y los políticos (como Velásquez Quesquén. Que quede en su conciencia) no linchen otra vez a honrados funcionarios, tal como sucedió lamentablemente por años con don Alejandro Seminario Duany, un caballero que jefaturó el Cepri-Tierras y que lógicamente subastó las tierras a menos valor de lo que costó hacerlas porque las irrigaciones son carísimas y jamás nadie iba a pagar esos precios por la tierra (¡salían más caras que en el ubérrimo valle de San Joaquín en California!) sino el valor usual de mercado. Pero para que entiendan esto en la Contraloría y el Congreso... No sé cómo pueden ser tan necios. Si el Estado irriga faraónicamente en la desértica Costa, pues se va a dar un subsidio implícito en la transferencia: Chavimochic y Majes costaron una burrada.

Volviendo a Benavides, se comenta que quiere enfrentar al minifundio, de lejos el principal problema del agro peruano (no es el crédito, como se equivoca, reiteradamente, mi amigo Raúl Vargas) fomentando la asociatividad con medidas como que no se prestará o no se auxiliará técnicamente a unidades pequeñas. Ese sería un paso revolucionario (junto a una nueva Ley de Aguas, aunque ya vieron los paros violentos de estos conchudos que no pagan casi nada por el agua). Sólo le faltaría un acto de justicia: resarcir de alguna manera a los expropiados por la Reforma Agraria, a aquellos a los que Velasco les robó, aquellos viejos a los que el economista Armando Mendoza de la PUCP ridiculiza con sorna.
Claro, como no lo tocaron a él que se jodan nomás. Típicamente peruano.

No hay comentarios.: