Como es un domingo, trataremos un tema más light. Dentro de todo este tráfago chismosamente pueblerino que se desató por el hijo extramatrimonial de García, veo a la famosa diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada promocionando una colección para un almacén local y no puedo dejar de recordar unos incidentes que su marido protagonizó y que dejan chiquita a la actitud de “yo asimiló nomás” de Pilar Nores.
Todo esto sucedió a mediados de los 90, cuando acababa de regresar a Lima después de haber estudiado y trabajado como periodista en Madrid (carrera a la que regresé imprevistamente en 1998, cuando El Comercio me contrató repentinamente para dirigir la sección de Economía), pero había dejado un montón de amigos colegas allá y así me enteré de toda la historieta.
Pedro J. Ramírez era ya el enfant terrible del periodismo español. Con su pelo siempre engominado, sus tirantes y su arrogancia de yuppie treintón, hacía temblar a los políticos dirigiendo al tabloide El Mundo. Sus investigaciones sobre la corrupción (casos Juan Guerra, Filesa, Ibercorp) y la guerra sucia (los comandos paramilitares anti-ETA, llamados GAL) habían acelerado la decadencia política de Felipe González y el PSOE.
Si bien Felipe salvó el cuello sólo porque su ministro del Interior Barrionuevo se negó a incriminarlo en los asesinatos de muchos “etarras” por el GAL y aguantó calladito la cárcel (no se por qué me recuerda algo similar aquí), y los escándalos de corrupción terminaron –al mejor estilo de un país latino- con poca gente presa, hubo varios que se la tenían jurada a Pedro J. Uno de ellos era Juan Perote, ex jefe del servicio de Inteligencia, que había dado con sus huesos en prisión por estas denuncias. Contaban los colegas que creían que Perote era quien se había puesto a investigar a fondo a Pedro J. y que descubrió que éste tenía una gordita amante negra (era de la Guinea española) llamada apropiadamente Exuberancia Rapú, a la que le había puesto un departamento. Como la azabache fémina estaba de ilegal, la chantajearon y consiguieron poner una cámara en el dormitorio. Lo que registraron las cámaras era de campeonato.
Resulta que el varonil Pedro J. se disfrazaba de mujer con un babydoll rojo cuando visitaba a su “amiga”, que le gustaba que ésta lo orine en el suelo, lo humille verbalmente, le pegue con un fuete y varias perversiones más que prefiero guardarme para no perturbar a nadie. Miles de copias del video salieron a venderse por las calles madrileñas y literalmente todo el mundo lo vio. ¡Pobre Pedro J.! Pero cuando se esperaba que Agatha lo deje, ésta se tragó el sapo y el matrimonio continúa incólume hasta el día de hoy. Exuberancia y varios implicados –no Perote- fueron condenados a prisión por violar la intimidad ajena.
Para que vean que existen mujeres aún más abnegadas que Nores. ¡Mucho más!
1 comentario:
Muy bien. Pero solo que Predo J y Agatha no estan casados.
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