26 abril 2007

La cara del desprestigio (24/04)

En realidad, más que nuevas leyes para reforzar la seguridad pública, lo que necesitamos urgentemente son más cárceles, tanto para descongestionar las actuales (y evitar que se mezclen novatos con avezados) como para que efectivamente haya lugares disponibles para enviar allá a los que violen la ley. Piedras Gordas costó alrededor de US$10 millones, así que no hablamos de cifras astronómicas. Es más, se podría habilitar –tal como hizo Belaunde como emergencia– rápida y económicamente El Frontón (o San Lorenzo, si los apristas quieren evitarse malos recuerdos). Lo que sí se debe hacer es algo con la labor de los fiscales, que no acusan y posibilitan que no se detenga a nadie. También que sí haya prisión efectiva por condenas menores a cuatro años.
-Realmente es una pena cómo la institución congresal pierde el respeto y la consideración de la ciudadanía por escandaletes impresentables de tan poca monta, como esta Canchaya que coloca a la doméstica como asesora congresal (¿pueden imaginarse algo más cagoncete, por Dios?), las cocaleras que armaron un circo violento (¿qué pasó Cabanillas y Galarreta que aún no hay sanciones?) o la mala fe de quien armó todo ese tinglado de la supuesta juerga paulista. La horrenda cara del desprestigio vuelve a romper las puertas del Legislativo, como Jack Nicholson acosando –con cuchillo y llamadas irónicas– a su esposa en El Resplandor (tenía que mencionarlo de alguna manera para hacerle un homenaje a uno de mis actores favoritos en su cumpleaños).
Hasta ahora éste es un Congreso muchísimo mejor que el anterior, porque se nota una mejor disposición para el trabajo y para la búsqueda de consenso (mucho ha tenido que ver la intensificación del trabajo en comisiones y la presentación de proyectos sólo por bancadas, herencias de Antero Flores Aráoz), no se escuchan tantos disparates demagógicos como antes (salvo Lescano y algún humalista) y las conductas personales en general son mucho más decorosas (aunque es difícil que se supere la marca dejada por Torres Ccalla con su violación o las cínicas barbaridades provocadoras que profería Enith Chuquival).
Y hay que reconocer que a Cabanillas no le tiembla la mano para imponer el orden en las sesiones. Precisamente porque todos deseamos que el Congreso recupere la popularidad y majestad que se merece –lo que es vital para afianzar el sistema democrático– es que Canchaya debe ser separada cuanto antes. Ojalá que no prime la compadrería, tal como parece que ha sucedido con Nancy Obregón.
Y hay que borrar de la memoria colectiva este incidente con más trabajo, como una aprobación cuanto antes de la Ley de la Carrera Pública Magisterial o que ya de una vez Aurelio Pastor y los integrantes de la holgazana Comisión de Constitución nos otorguen el voto libre en lugar de estar vagando tanto, perdiendo el tiempo en plantear el regreso al bicameralismo (imposible que lo acepte la opinión pública) o a la nefasta C-79 o una Constituyente (detienen en seco el crecimiento económico si plantean eso).

No hay comentarios.: