17 abril 2007

:: Un shock para el zanjón (17/04)

Lo que debería el alcalde Castañeda comenzar a hacer con el zanjón es de una vez terminar de ampliar su recorrido y empalmarlo con la Panamericana Sur, tal como era el proyecto original que paralizó el tirano Velasco (una más de este ser tan nefasto, para variar). Y remodelarlo completamente. El venerable zanjón es una infraestructura a la que hay que meterle dinero porque es muy útil. Puentes, muchísimos más puentes sobre él.
Y playas de estacionamiento aéreas (concesionadas) en la zona del distrito financiero. Y muchas más salidas y entradas (¿por qué no con túneles?) para hacer fluido el tráfico. Y “pulpos” o “tréboles” para solucionar cuellos de botella impresionantes, como aquel que se da en las subidas y bajadas del cruce con Javier Prado. Y pintarlo bonito. Ojalá que Castañeda tenga la caballerosidad de invitar a Luis Bedoya a la reinauguración de su avenida central, que suficiente hizo la dictadura militar de retirar mezquinamente la placa inaugural con su nombre.
¡Qué pena que no se construyó, por pura política, el tramo del Tren Eléctrico sobre esa avenida central, tal como planteó Bedoya en la campaña edil de 1986 y que era lo más lógico! ¡Cuánta gente se movilizaría diariamente por allí desde Villa El Salvador! Pero no, se hizo ese disparate de trazo absurdo que es antitécnico y que tranca hasta ahora el proyecto. Veo esos pilotes abandonados, que sólo han servido para que pinten allí de todo, y no puedo dejar de lamentarme de la ceguera que infectaba a nuestros políticos en los 80.
Otro sitio que clama por una pronta solución es el tramo final de la autopista Ramiro Prialé. No sé qué esperan la ministra Zavala y el alcalde Castañeda para solucionar el gigantesco atasco que se da allí perennemente, con el proyecto del empalme a Carapongo abandonado y con ese ridículo puentecito para acceder a la Carretera Central. Y tampoco la lógica sobra al final de la Javier Prado, con un jardín central desproporcionadamente grande (¡hagan más carriles allí!) y ese pedacito del cerro Puruchuco impidiendo que esta arteria se una directamente a la Carretera Central. Allí me dicen que todo ha sido culpa de la lentitud de los burócratas del INC. Ni qué decir que hasta ahora no exista un túnel que una Surco a La Molina por la avenida Primavera o San Martín con el Rímac.
Y hablando de obras, ahora que hay cierta bonanza, indigna observar bajar actualmente al Rímac cargado de agua y que todo ese caudal vaya a perderse al mar en lugar de ser almacenado y usado en épocas de sequía por los limeños (o para irrigar pampas o para recargar la napa freática o qué se yo), y no que la segunda ciudad más poblada del mundo ubicada en un desierto desperdicie el agua tan escasa así de alegremente. Y lo mismo va para el Lurín y el Chillón.

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