03 abril 2007

:: Comisiones obreras (30/03)

Hace ya varias lunas, hice en España mis prácticas obligatorias del Master en 5 Días, un diario económico de negocios, tipo Gestión.
Mi jefe –sección Economía– era un genial y jovial hispano-mexicano llamado David G. Adame, que me tiró a la piscina desde el primer día.
Un mes después me dijo que vaya a cubrir una comisión, poco importante en verdad, sobre la negociación anual entre una empresa medianona (¡Alzheimer! Ya no me acuerdo cual ni el rubro) y el sindicato, dominado por la rojimia Comisiones Obreras (CCOO), que es la central sindical más fuerte en España junto a la socialista y más moderada UGT.
“Joder tío”, le dije, “No, por favor. Ni de coña. Una de las razones por las que me he ido del Perú es descansar también de las huelgas diarias, los sindicalistas violentos y fanáticos, las quemadas de llantas, el gas lacrimógeno, los grititos y las arengas, las correteadas, los atascos de tráficos, los dirigentes atornillados y manipuladores, los pedidos absurdos, todo ese coñazo enfermo que veía todos los días allá (¡acuérdense de los insufribles 80 peruanos!). Asígname otra”.
David había vivido en México y conocía lo que decía, pero insistió: “Pues vas coño. Joder tío, que en España la cosa no es así”. De un humor de perros, fui para allá. La cosa no empezaba e hice antesala junto a un tipo con pinta de yuppie de media caña, entre arquitecto barato y contador caro, con saco y pantalón de corduroy, pelo cortito, camisa sin corbata, anteojitos “Lennon”, oliendo fuerte a Old Spice, con una calculadora grande y un cartapacio. Me saludó cordialmente y me puse a leer un Interviú mientras él revisaba unos papeles. Como no era un gran tema, no había más colegas presentes. Nos hicieron entrar y, para mi sorpresa, éste era el delegado de la CCOO. Por la patronal estaban un abogado y un contador.
Negociaron dos horas, sin gritar, tomando coca-cola con magdalenas y churros, tuteándose, regateando con firmeza pero con respeto. Me llamó la atención lo preparado que estaba el sindicalista, que no insistió tanto en los salarios (se contentó pronto con que estén emparejados ese año a la inflación más un par de puntitos más) ni en gollerías para los dirigentes sino en… ¡capacitación laboral! El tipo quería que la mayor parte de personal posible siga programas de perfeccionamiento “porque ahora hay mucha competencia, que es un coñazo tíos, y hay que elevar por eso la productividad que si no los ´japos` nos comen, joder”. Y les presionaba para que pongan la mayor plata posible en eso. Yo estaba alucinado. Terminaron con un apretón de manos, me dieron un ayuda-memoria y me fui a hacer mi notita, que nunca salió porque no hubo sitio.

¿Cuándo tendremos un sindicalismo así, en lugar de Negreiros, ese SUTEP, esa CGTP y esos vándalos de Construcción Civil? Miren y alucinen la página: http://www.ccoo.es/csccoo/menu.do

¡Aprendan carajo!

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