26 abril 2007

:Todos somos Rospigliosi (23/04)

Como deben suponer, una tarea mía diaria es leerme todos los diarios de cabo a rabo. Así, ayer andaba riéndome solo de los disparates que suelen escribir mis humoristas favoritos, los columnistas de izquierda (Eguren y Pedraglio elogiando respectivamente al minifundio y la rigidez laboral o Pásara comparando la actual dinámica constituyente boliviana y ecuatoriana con la génesis de nuestra C-93, que aquí la historia fue distinta –hiperinflación, terrorismo y marasmo político– y sí era absolutamente necesario salir de ese desastre de la C-79, culpable de casi 20 años de colapso nacional), cuando mi talante burlón se tornó en seria preocupación al leer la columna de Fernando Rospigliosi y el gigantesco abuso que se está cometiendo con su persona. Todos tenemos que protestar a fondo contra eso. Quien me conoce sabe que he sido a veces crítico de Rospigliosi. Creo que su juicio se sesga mucho por su cercanía a la collera caviar, que se ha comprado en exceso el libreto estadounidense de la lucha antidrogas y que es un poco fresco al ser tan implacable cuando juzga a otros en temas de seguridad acarreando él tremendas metidas de pata como Ilave y el “Arequipazo”, pero no puede aceptarse que la fiscal de la Nación, Adelaida Bolívar, le dé luz verde a una absurda acusación por nada menos que “homicidio calificado” contra él por los muertos del “Arequipazo”, que no respete su derecho al antejuicio congresal por haber sido ministro, que no se le notifique en su domicilio y que se le pretenda juzgar –¿o linchar?– en la misma Arequipa. ¿Qué le pasa a la señora Bolívar, la que ya antes habló de procesar absurdamente al Premier por Pandolfi y al ministro Carranza por unas transferencias? Con ese criterio, ¿va también a acusar de “homicidio calificado” –con toda la carga de dolo, ventaja, alevosía y premeditación que esto acarrea– a Alva Castro por la muerte del empresario Li o por los muertos en Chimbote? No ha procesado a ninguno de los salvajes que asolaron Arequipa y atacaron el aeropuerto y pretende acusar al que intentó imponer el orden público.
¿Y por qué no respeta los derechos de un ex ministro? Como no creo que Bolívar sea tonta o torpe, ya no sé qué pensar. Y aquí surge lo feo que se le viene entonces a uno a la mente, dado lo ilógico de todo. ¿Es esto una persecución política porque Rospigliosi se ha vuelto un terco crítico del gobierno? ¿Hay alguien muy poderoso detrás que ha ordenado este dislate abusivo? Sinceramente, creo que la señora Bolívar debe renunciar dado lo serio de este tema. Su puesto es demasiado poderoso y sensible como para permitirle que haya llevado adelante prepotencias de este calibre. Ya aquí no estamos hablando de torpezas pandolfianas o corruptelas periodísticas o de la tremenda incompetencia y blandura del aparato fiscal para enfrentar al crimen, sino de una preocupante amenaza a la libertad, lo más precioso que existe. Hoy Rospigliosi, mañana cualquiera. Acuérdense del poema de Brecht.�

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