El boicot al tomate en Argentina (20/03)

-¿Cómo hacen en el Congreso para que los más inteligentes siempre integren la Comisión de Trabajo? Ayer vimos cómo gente que debe tener más de 200 de coeficiente intelectual como Yonhy Lescano, Yaneth Cajahuanca (¡Miren la grafía de sus “nombres”! ¿Por qué no van a un juez y solucionan eso, mis estimados Johnny y Janet? Bueno, bueno, el otro día escuchaba por la radio a un desafortunado que se llamaba “Blatser” o algo así, un impresentable “nombre” que parecía de marca de supositorio. ¡Ni para una mascota!
Otra víctima de sus padres que debe ir al juez) e Isaac Serna abolieron los “services” sin mayor sustento técnico, sólo por demagogia dura y pura. Con decirles que Negreiros se abstuvo… Es decir… Es que hasta que no haya voto voluntario. Pero Raúl Castro se opone.
-Me he quedado estupefacto ante esta ola histérica que se ha desatado con respecto a la inflación, además de constatar una vez más la vieja mala leche y la ignorancia de algunos de gritar “fuego” en portadas exageradas para avivar el pánico con las expectativas, de hablar de “hiperinflación”, de negar que la rebaja arancelaria haya evitado un alza mayor, de pedir que se combata esto con fijación de precios y represión, de establecer mercados directos dirigidos por el Estado, de acusar a supuestos especuladores, de pedir una subida del salario mínimo para combatirlas, de señalar a los malvados “oligopolios”, de fomentar ferias municipales, de “planificar concertadamente” la producción (el “experto” Reynaldo Trinidad de Agronoticias puede impávido propugnar los disparates más lisérgicos que uno haya escuchado. Le llega a ganar a Campodónico y vaya que eso es difícil). ¡Carajo, que desmoraliza que tras tantos avatares en los 70 y 80 aún sigamos siendo tan necios para entender la economía!
El problema es muy sencillo: hay inflación en alimentos porque han subido los precios del trigo (pan y fideos), maíz (que alimenta al pollo) y la soya (los aceites) porque los chinos e hindúes están cambiando sus hábitos alimenticios (ahora consumen cárnicos) y porque a Bush se le ocurrió subsidiar al maíz para generar combustibles. Poco que hacer allí. Y otros alimentos (los perecibles) han subido por temas estacionales, La Niña, una mejora del poder adquisitivo, los paros y un sistema de comercialización superarcaico, con desordenados mayoristas y “mamachas” en cochinísimos puestos; obsoletos agentes intermediarios que aún guardan la plata entre los senos, transportan en camiones viejísimos o en carretillas la comida, usan pesas de la época de la carreta, no controlan las mermas (en nuestro país se pierde fácil un tercio de lo cosechado por demoras en pésimas carreteras, maltrato en el manipuleo, javas llenas de hongos y parásitos, ratas que campean a sus anchas, falta de refrigeración), etc...
Si tuviéramos un mercado central decente y la mayor parte comprase en supermercados y no en la calle como seres civilizados, no habría tanta distorsión. Y ésta se combate con información. Se le cuenta al ama de casa cuáles son los “precios normales” y se insta a que no compre y mande al cacho al comerciante que abusa. Los boicots masivos son muy efectivos para bajar los precios. En Argentina sirvió muy bien con el tomate en octubre del 2007. Nadie compró tomates y éste se desplomó. Imitémoslos.
PD: Esta columna regresa el lunes.