Unos amigos corredores me enviaron sendas líneas respecto de la euforia inmobiliaria que se está viviendo. Las he juntado como si fueran una sola persona y editado por estilo y espacio:
“Aldo, el sector inmobiliario aquí en Lima está demencial, nunca en mi larga vida profesional he visto algo así. Además, con este fenómeno raro de que las propiedades han subido y el dólar ha bajado a la vez. Desde los puntuales años 1981 y 1986 no hemos vuelto a tener un boom inmobiliario así y esos dos se quedan enanos, porque éste viene sostenidamente largo y encima ahora sobran las importaciones de materiales, no como en esas épocas, además que escaseaban los dólares en esos años. Con Fujimori nunca se dio un boom. Se creció algo a mitad de los 90, pero no muy fuerte y más bien las propiedades se fueron por los suelos desde 1998 hasta hace no mucho. ¡Si vieras cómo anda volando ahora el metro cuadrado, especialmente en San Isidro! Todo el mundo quiere ser propietario, sea por ahorros, préstamos familiares o por hipoteca. Por eso los alquileres más bien no han subido, salvo los de playa, porque aquí no existe la cultura del alquiler sino de la casa propia. Es uno de los pocos países donde la gente prefiere sacrificarse con todo y prepagar las hipotecas para sentir suya la vivienda. Actualmente existen miles de miles de construcciones por todas partes, como hongos, y miles por ende de improvisados, cuya actividad puede ser cualquiera menos la de constructores con trayectoria. Se dedican a edificar produciendo un caos no sólo al distrito sino al consumidor, quien es a fin de cuentas quien paga y hace posible la venta de estas propiedades.
Hace seis meses vengo experimentando abuso tras abuso por parte de propietarios metidos a constructores. No respetan el precio acordado ni por una hora. Te lo suben sin problemas y si protestas, pues vete nomás, ya es problema tuyo lo que le digas a tu cliente. Es que subastar es lo que ahora está de moda, no vender. No existe ya un patrón de venta de departamentos. Siempre, toda la vida, se ha sabido que te cobran por el área techada en departamentos. Hoy en día te cobran por el área sin techar, llámese terraza, balcón, tragaluz, etc. Los estacionamientos internos están absurdamente caros, ni qué decir techados. Miles de “aires” están siendo construidos sin figurar ante Registros Públicos. Luego, vaya a ver el propietario cómo soluciona su inscripción tras comprar y al que reclama es al corredor. Se vive el instante de la euforia, de la borrachera inmobiliaria, sin considerar consecuencias ni respetar las reglas de juego de siempre.
Escuchas decir: ‘OK, te lo vendo a US$XX, pero al cambio de S/.3 para protegerme y caballero, aceptas nomás. ¡Es que hay tanta demanda! Donde antes había 30 casas en una manzana, y vivían 30 familias, ahora han metido 150 familias en la misma manzana con varios edificios. Uno ya no puede ni estacionarse. ¡Espero que no revienten los desagües de la calle con tanto aumento repentino de gente!”.
P.D. Esta columna regresa el lunes
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