:: No sean pavos de Navidad

Columna Diario Correo
Por Aldo Mariátegui


¡Que no panda el cúnico! Este reciente ataque del narcoterrorismo en Ayacucho no debe significar la salida de los ministros Mazzetti y Wagner. Muchos arquearán las cejas al leer esto, porque saben que este director ha sido bastante crítico con ellos.
Ambos suelen ser muy lentitos para reaccionar ante las crisis en sus carteras, son algo ariscos a la muy necesaria mano dura, les falta más “calle”, no son expertos en sus respectivas carteras (¿una neuróloga en Interior y un diplomático en Defensa?), no son muy buenos comunicadores (aunque el a veces denso Wagner es un entretenido y elocuente Demóstenes al lado de la robótica Mazzetti, que además necesita una urgente fashion emergency para no parecer más Miss Marple, aquella aguda solterona profesora inglesa de provincias de las viejas novelas policiales de Agatha Christie) y hasta han cometido torpezas increíbles al provocar innecesariamente a sus subalternos (¡nombrarle a un caviar como secretario general a los militares o declarar que el 20% de los policías son corruptos!). Sin embargo, también tienen grandes cualidades a tomar muy en cuenta: son honrados (un fenómeno cada vez más raro en estas tierras) en carteras legendarias por corruptas; ambos son hacendosos “chancones” que aprenden rápido; no son cobardes y están decididos a jugársela por hacer reformas en sus áreas; están dispuestos a asumir una heroica, poco remunerada y complicada función pública en lugar de dedicarse legítimamente a ganar más plata y tener menos dolores de cabeza en el sector privado; y –last but not least (“al final, pero no menos importante por ello”)– entre ambos por fin han logrado desembarazarse de muy polémicas cúpulas del Ejército y la Policía (los recordados generales EP Reinoso y PNP Montoya y sus allegados) para colocar allí a reemplazantes que posiblemente son lo mejor de la vitrina en dichas instituciones.
Entonces, si se les saca, tendríamos que buscar a otro par de personas honestas, cuerdas, discretas, chamberas, decididas y aplicadas que conozcan del tema y que quieran sacrificar su humor, su dinero y su tiempo para subirse a ese par de toros tan bravos que son Defensa e Interior (Rospigliosi critica mucho y a menudo acertadamente, pero falló de manera clamorosa en Ilave).
Lo anterior lamentablemente no sobra en el país. Esto con el agravante de que le estaríamos negando la oportunidad a ambos para que –ahora que por fin ya colocaron a su gente en los puestos claves a fin de evitar así las mañoserías y los sabotajes internos– puedan actuar sin cortapisas.
Además, ya deberíamos imitar a los chilenos (por lo menos antes de Bachelet, a la que le está quedando muy grande el cargo) y procurar que los ministros duren en sus cargos lo suficiente como para que puedan desplegar sus políticas y no se esté cambiando de dirección a cada rato (como el muy torpe de Toledo lo hizo con las carteras de Educación, Interior y Trabajo).