¿Sabrá el talentoso caricaturista Carlín que sólo superamos a Haití en educación pública? ¿Que hasta Bolivia –que según decía Sofocleto, Dios la había creado para que le ganemos a alguien– nos supera? ¿Que el 80% de nuestros alumnos no entienden lo que leen? ¿Que el 80% de nuestros maestros no comprenden textos ni matemáticas básicas? No comprendo cómo puede éste en sus dibujos apoyar la insolente negativa de los maestros del Sutep a ser evaluados. Apoya entonces que se perpetúe la ignorancia de nuestros niños, requisito esencial para que sigan pobres. Bueno, qué se puede decir de alguien que a estas alturas escribe libros reivindicando a… Marx.
¡Marx! Toda esa generación de cincuentones y sesentones rojos jamás la vieron y siguen sin verla. ¡Pobrecitos! Pero uno alucina aún más con los políticos de nuestro país.
En lugar de estar concentrados en mejorar –en algo– la educación (como aprobar la encarpetada ley de la carrera pública magisterial); reformar el Estado (como aprobar la también encarpetada ley de la carrera del empleado público); impulsar la baja de aranceles para mejorar nuestra competitividad y de paso “quemar” dólares para aliviar al BCR; fomentar la competencia crediticia hipotecaria (que las AFP y las aseguradoras entren a este rubro) para bajar tasas; reducir los papeleos para hacer negocios, etc., no se les ocurre nada mejor que estupideces como: condonar solapamente las deudas del Banco de Materiales (¡viva el perromuerto!), pensar siquiera en disparates como gravar los intereses de los ahorros (y se les ocurre plantear eso con la desconfianza que aún le tiene la gente al APRA tras la confiscación de los certificados en dólares en 1985…), convocar a una… Constituyente (me preguntos si Juvenal Ordóñez es marciano), desafiliación irrestricta de las AFP (Marta Acosta no sabe aritmética. ¡Pobrecita!), proponer Majes II (¡cómo se nota que la plata no sale de los bolsillos del pródigo J.C. Eguren!) o resucitar desastres absolutos como el Banco Agrario (¿Franklin Sánchez y Nidia Vílchez ignoran que su morosidad actual es ya ocho veces superior a la del resto de la banca?), la estabilidad laboral y la reposición (¡cómo se nota que Luis Negreiros y los demás portentos intelectuales que componen la Comisión de Trabajo no han administrado ni un chifa en sus vidas!) y la Constitución de 1979 (el cazurro Aurelio Pastor quiere meter al Senado por la puerta falsa y el romántico Javier Valle-Riestra masajear su ego, mientras que los superdotados mentales de los congresistas humalistas desconocen que este engendro demagógico fue una de las causas de nuestras desgracias económicas en los 80.
Como bien declaró ayer el constitucionalista Aníbal Quiroga: “El capítulo del régimen económico –de la C93– no debería tocarse porque ha sido la columna vertebral de la mejora de la economía del Perú”. A ver si esto le entra en la cabecita a su colega Eguiguren, campeón también en proponer dislates continuos). Exaspera tanta tontera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario