Diario Correo
Por Aldo Mariátegui
Permítaseme iniciar la columna con un sentido homenaje a Ryszard Kapuscinski, un maestro del periodismo que acaba de fallecer. Si bien no logró destronar a George Orwell como mi favorito en ese raro género donde se mezcla el periodismo testimonial con la literatura, vaya que fue un grande. Creo que cualquier persona que quiera ser un buen periodista tiene que haber leído a Kapuscinski, a la siempre controvertida Oriana Fallaci y a Orwell (ver el insuperable ensayo “¿Por qué escribo?”, http://www.fundanin.org/orwell3.htm). Los libros del primero sobre el Sha de Irán, el Negus de Etiopía o la guerra civil en Angola son estupendos, mientras que las entrevistas de Fallaci con Kissinger (ver http://www.elcultural.es/especiales/Fallaci/Kissinger.asp ) y Khomeini son sencillamente espectaculares. Pero no igualan a Orwell en retratar una época. Como bien escribió alguna vez Vargas Llosa, El Camino de Wigan Pier –un reportaje a la pobreza en Inglaterra– lo emocionó hasta llevarlo a las lágrimas. Ni qué decir de Homenaje a Cataluña, un tremendo fresco sobre la guerra civil española o relatos cuasiperiodísticos tan impactantes como El ahorcado (ver http://www.fundanin.org/orwell6.htm, posiblemente el mejor alegato contra la pena de muerte) o ¿Cómo matar a un elefante? (una autopsia al colonialismo, verla a partir de la página 8 en http://www.hacer.org/pdf/Orwell01.pdf ). Y como columnista, el ya fallecido español Eduardo Haro Teglen, un comunista ortodoxo –creo que nunca estuve de acuerdo con nada de lo que le leí– que escribía como un dios (http://www.eduardoharotecglen.net/).
Pero bueno, regresemos al Perú. Acabó la primera legislatura.
Para ser franco, la verdad es que pensé que este Congreso iba a ser mucho peor que el anterior, tanto en personajes disparatados como en propuestas imbéciles o por hechos de violencia y de ópera bufa. Mis temores parecieron confirmarse cuando las cocaleras hicieron esa extraña danza de bacantes contra el TLC en pleno hemiciclo y hasta un vigilante terminó con la nariz partida. Pero no, hasta ahora ha resultado mucho mejor que el anterior.
Cierto que se han hecho propuestas absolutamente cretinas, como eso de disolver el Congreso para convocar a una Constituyente o esa ley del trabajo que es un himno a la estupidez humana o los disparates casi diarios que suelta Yonhy Lescano, pero en general se ha observado un comportamiento correcto –el retiro del otro día pasa en cualquier Parlamento, un incidente menor– y un mejor trabajo de comisiones. Incluso, candidatos que parecían casi fijos en hacer o proferir alguna barbaridad inmensa como Daniel Abugattás han estado tranquilos. No hay Congrezoo ni congresaurios. No sé si esto ha sido consecuencia de las reformas de Antero, de la enérgica conducción de Cabanillas o que simplemente la patinada de las cocaleras y el recuerdo del desprestigiado Congreso toledista los ha hecho reflexionar. No digo que el nivel intelectual sea el deseado, pero por lo menos se observa más cordura. Espero nomás no estar cantando victoria antes de tiempo.
¡Abugattás, no puede decepcionarme!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario