:: Un tumor llamado SUTEP

Columna Diario Correo
Por Aldo Mariátegui

Sin exagerar, el Perú se halla ahora en lo que los anglos llaman un turning point, un momento decisivo donde se va a jugar nuestro futuro como nación viable. De nada sirven crecimientos económicos sostenidos ni políticas sociales inclusivas ni mejoras en infraestructura ni boom en turismo ni descubrimiento de petróleo si es que seguimos teniendo la segunda peor educación pública latinoamericana tras Haití, un pedazo del Africa más atrasada colado en América. Más bien vamos a acabar como ese “país” si seguimos con esta educación pública.
Es que el gobierno tiene que bajarle definitivamente el moño al SUTEP, sindicato capturado tres décadas por una nefasta mafia maoísta que ha conspirado infatigablemente para que nuestra educación pública sea una basura. Es que no existe nada más urgente que mejorar la educación si queremos que el Perú exista como país de aquí a 50 años. Belaunde y Toledo hablaron del “quinquenio de la Educación” y de ser “el presidente de la educación” en sus respectivos discursos inaugurales, pero hicieron muy poco porque se morían de miedo del SUTEP. Ya se le aguantó una huelga de 88 días en 1991 y eso le rompió el espinazo para el resto de los 90.
No le temamos a una huelga larga –que al fin y al cabo los chicos no están aprendiendo nada– si es que eso nos permite salir de este tumor enquistado allí por la desidia y cobardía de los gobiernos anteriores y del mismo profesorado.
¿Acaso no fue el segundo belaundismo el que le regaló esa pésima ley del profesorado, una rendición incondicional que sancionó su estabilidad laboral absoluta, norma que encima fue empeorada por el primer gobierno aprista? ¿Acaso no fue Belaunde quien le entregó la Derrama Magisterial, donde maneja más de S/.800 millones? ¿Acaso algún gobierno les ha exigido que presenten un padrón actualizado y no esa farsa? ¿O rendir cuentas a la Derrama? ¿Cómo se ha podido tolerar que tengan más de 300 parásitos holgazaneando rico con licencia sindical, algo que les creó el primer alanismo, y que no les condicionen el pago de dicha licencia y el reconocimiento sindical a que tengan elecciones universales y secretas en lugar de esa pantomima argollera que practica Patria Roja, donde 500 “delegados” eligen a esa cúpula de 27 enquistados? ¿Por qué Toledo les subió salarios anualmente sin exigirles nada a cambio? ¿Por qué Huaynalaya no ha respondido penalmente por los destrozos que hizo años atrás? ¿Por qué el ministerio no reconoce a Carlos Gallardo, ganador de las elecciones del Colegio de Profesores, como único interlocutor válido y se olvida del SUTEP? ¿Por qué Cabanillas no utiliza la fuerza de su cargo e impone en la agenda congresal la votación de la ultranecesaria Ley de la Carrera Pública Magisterial? A extirpar el tumor de una vez.