25 julio 2007

Alan no es Goñi (25/07)

Es evidente que el propósito de la norma que limita la participación de los presidentes regionales y otras autoridades públicas en las revueltas callejeras es buscar alejar al Perú de los modelos ecuatoriano y bolivianos, donde la política se trasladó a las calles, con el resultado de una inestabilidad perpetua.
La política en las calles nos lleva a la anarquía, la violencia y el imperio del irracional tumulto. Y por allí llega el autoritario demagogo. ¿Cómo llegó Mussolini al poder? Por la “Marcha sobre Roma” de las entonces minoritarias hordas fascistas, no por el sufragio. Es que en el fondo ese es el juego de Hugo Chávez para que Perú caiga en sus garras cuanto antes: tirarse al APRA abajo vía la algarada callejera, que Alan sea otro Goñi.
La verdad, no sé qué espera Joselo para expulsar a esa diplomática venezolana que está conspirando contra ellos. Es que la política en democracia se debe hacer en los foros que correspondan. Si los presidentes regionales quieren hacer política, pues tienen mil espacios antes que la algarada urbana o la toma de vías. Me parece muy bien que se haya puesto orden en esto.
Además, estos presidentes regionales de Ancash, Arequipa, Cajamarca, Tacna, Pasco y Cusco –los que suelen ser los más revoltosos e insolentes, como los insoportables esos de Alvarez, Gonzales y Ordóñez– ya tienen enormes recursos y su tarea ahora es administrarlos bien. Que no escondan sus incapacidades con el grito desaforado, la amenaza matonesca y la pedrada cobarde.
Y precisamente por no saber hacer política es que a estos presidentes regionales se los están comiendo grupúsculos como el FACA (Arequipa), el FEDRA (Apurímac) y el FPL (Loreto).
Hasta para hacer política son unos inútiles y están siendo desbordados por gente que no ha sido elegida. La verdad es que toda esta historia de la regionalización y los presidentes regionales hasta el momento es bastante patética. Hasta ahora no han servido nada más que para joder, cutrear y chillar.
No conozco hasta el día de hoy ninguno que haya hecho una gestión medianamente aceptable, salvo Yehude Simon.
Así que menos ruido y a administrar correctamente los cuantiosos recursos que les ha tocado (en lugar de hacer imbecilidades como cambiar innecesariamente todos los fondos de dólares a soles en un solo día).

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