Todo parto tiene algo de dolor, pero toda nueva vida vale la pena. Estamos alumbrando una muchísimo mejor educación pública y era perversamente previsible que los extremistas parasitarios, que provocan que nuestra educación sólo supere a la de la cuasi africana Haití, se opongan. Pero el Perú es mucho más que Patria Roja y cuatro gatos comunistas.
Aquí existe una pacífica mayoría silenciosa que quiere una mucho mejor educación para sus hijos frente a una minoría agresiva a la que hay que hacer frente sin parpadear.
¿O vamos a esperar que Huaynalaya queme otro edificio público? ¿Quién manda aquí? ¡Que no nos ablanden sus cobardes lloriqueos cuando los detienen por alterar el orden público, ni nos engañen sus mentiras de que buscan “dialogar”, cuando los intransigentes han sido ellos!
Ya los muy “valientes” están sacando a madres y esposas –siempre escondiéndose tras faldas– para hacer el teatro sentimental de siempre y apelar al buen corazón tontón que caracteriza a los peruanos, a hacerse los pobrecitos, las víctimas. ¡No! Aquel que delinquió debe pagar.
Y no importa si es un líder sindical o un fracasado ex congresista que quiere ser alguien políticamente.
Todos somos iguales ante la ley y nadie tiene corona para perturbar el orden o entrar a comisarías a jalonear a policías.
¡A ver si en los ultrademocráticos España, Canadá o Australia te van a permitir obstaculizar calles, invadir estaciones policiales, apedrear trenes de turistas y dañar aeropuertos! Es digno de aplauso que por fin tengamos un gobierno democrático con pantalones, pues a menudo nuestras democracias pecaron por blandengues y por reacción llegaron las nefastas autocracias. Es que la ley debe ser muy generosa en cuanto a derechos civiles, pero muy dura en cuanto a excesos. Una cosa es protestar y otra el vandalismo contra una norma aprobada por el Congreso. No seamos timoratos, que para eso están las fuerzas del orden. Eso sí, a apoyarlas y a no traicionarlas luego, como hacía Toledo. Nada de permitir que la excusa de los derechos humanos y las amenazas de las ONG rojas las paralicen o vejen.
Y ya es hora de declarar la ley marcial y el toque de queda en Juliaca para poner en vereda con redadas masivas a esos mierdas que primero atacaron el aeropuerto y ayer casi provocan una tragedia con trenes cargados de combustible.
Porque “Juliaca Vice” es un “Far West” lleno de extremistas alimentados por la ideología de Evo y la plata chavista, de narcos y de contrabandistas, no un bucólico pueblo andino. Y también expulsar a esa intrigante diplomática venezolana. Me recuerda cuando la Policía comenzó a poner orden en Nueva York, que había colapsado por culpa de anteriores administraciones municipales muy permisivas. Cuando los criminales, vagos, drogadictos y revoltosos protestaban, los guardias les contestaban: “It´s Giuliani time, baby” (“Son tiempos de Giuliani, nene”, refiriéndose al alcalde que resucitó a esa ciudad).
Bueno, señores, parece que “It´s Giuliani time” aquí. Ya se fueron los toledos y las mazzettis. ¡Enhorabuena!
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