Bien decía alguien por allí que Kafka hubiera sido un escritor costumbrista de haber nacido en el Perú. Me acaba de llegar una citación judicial por un hábeas corpus contra el rector de San Marcos y mi persona sustentado en que vulneramos la libertad individual de unos sindicalistas de ese claustro, gente que hemos investigado por estar posiblemente cercana al senderismo, amén de que parece que fluye del escrito que tengo la culpa de que no les hayan subido el sueldo a éstos en San Marcos…
No, no es un vuelo con LSD. No, no estoy ebrio o contando un chiste. Me refiero a un disparate presentado por estos extremistas, seguramente por amedrentamiento (típico en ellos), porque… ¿cómo diablos voy a amenazar su libertad individual? ¿Acaso soy un policía o un juez o alguna autoridad que los ha detenido, que no los deja circular, que los ha confinado en algún lado, que los ha amarrado?
Pero aquí lo más curioso es que la jueza Nelly Mercedes Aranda Cañote (22 Juzgado Penal de Lima) le haya dado trámite a este engendro legal y encima me haya citado en plenas fiestas, como con ánimo de incordiar.
¿Qué pasa con sus conocimientos jurídicos? ¿No le es clarísimo que esto es un mamarracho al que simplemente no se le debe dar curso y denegar automáticamente por absurdo? ¿No sabe la jueza lo que es un hábeas corpus? ¿Qué va a dictaminar? ¿Que hay que liberar a una persona que ya está libre por la calle? ¿Me va a ordenar que lo libere? ¿Me va a ordenar que nos callemos para que le suban el sueldo y pueda transitar? ¿Qué lógica tiene todo este escrito, que parece salido de Alicia en el país de las Maravillas?
Pero la pregunta central aquí es: ¿por qué la jueza Nelly Mercedes Aranda Cañote acoge esto? Porque no quiero pensar que le está haciendo el juego a estos extremistas. No quiero pensar que está en contra de la libertad de expresión de Correo y que se está prestando a una conspiración para callarnos. No quiero pensar que aquí priman simpatías políticas, más aún con el radicalismo. No quiero pensar que estamos ante un cuadro de incompetencia sideral, aunque eso sería menos malo y perverso que lo anterior.
No le haría mayor caso a este incidente sicotrópico si no fuera porque despierta sospechas de algo raro. Apelo al presidente de la Corte Suprema, Francisco Távara, para que le eche un ojo a este incidente tan marciano. Lo mismo a Rosario Fernández, ministra de Justicia. Ya cuando las cosas son tan estrafalariamente raras es que uno comienza a pensar que hay algo detrás.
¡Y Feliz Navidad!
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