Como adoro las causas impopulares (es decir, aquellas que no agradan a la masa porque no son “simpáticas”), voy a tocar dos temas que han suscitado una desazón casi generalizada: la prohibición FIFA de partidos internacionales a mucha altura y la venta de Wong.
Lo primero es perfecto, un avance hacia condiciones más estrictas en el futuro. Jugar en altura, o con mucho calor, me parece equivalente a que el equipo local esté usando doping, aprovechándose de una indebida ventaja futbolística. Debe ganar el mejor y no aquel que se impone por ser más serrano (que no es una palabra peyorativa, ojo. Ya hay que sacarse ese complejo de encima) o más tropical. Recuerdo cómo en el Sudamericano de 1975 los bolivianos nos obligaron a jugar en Oruro. Si bien les ganamos 1-0 porque éramos –en aquel entonces– infinitamente mejores, no puedo olvidar cómo Cachito Ramírez no se podía parar tras la tremenda carrera que se pegó antes de hacer el gol. O cómo los brasileños le voltearon el partido a los rusos en Sevilla en España 82 sólo por los 40 grados. No. Gana porque eres mejor, no porque tu adversario se ahoga. No es guerra, es fútbol, y lo que queremos es “espectáculo”. Miren nomás cómo esa cáfila de descerebrados inútiles, hedonistas, engreídos y corruptos que llamamos “selección”, esos viciosos penes con piernas, no podían ni caminar en Quito, más aún con un “juergón” encima.
¡Sobre Wong sí que he leído las opiniones más parroquianas e infantiles! Primero, hablan como si eso fuera un negociazo, cuando tenían sólo 3% de rentabilidad (mejor pones entonces tu plata en el banco y no te complicas tanto la vida), debían US$120 millones, con una gran deuda a corto plazo y que duplicaba el patrimonio.
Una bicicleta continua que se sostenía básicamente por pagos a 60 días a proveedores (porque ni siquiera podías hacer “factoring” o vender las facturas con descuento para realizar liquidez, pues te las marcaban para imposibilitarlo). ¡Se les apareció la Virgen! Lo único tonto de todo ha sido no cobrar el íntegro de los US$500 millones y gastar US$200 millones por menos del 3% del accionariado de Cencosud. No es muy lógico. Felicito a Gestión por su completo informe de ayer. La gente escribe muchas bobadas.
Y sigo con éstas. ¿Acaso porque Wong ahora es chilena la comida va a ser peor? ¿Nos van a envenenar? Yo no sé qué tiene que ver el amor que siento por mi país con que el tendero no sea peruano o haga desfiles con ponchos. Y llamar “traidores” a personas que han aprovechado la oportunidad de su vida es risible. ¡Si hasta un fronterizo por allí habla de “líneas de bandera”! No se ha enterado de las quiebras de Avianca, Varig, Ecuatoriana, Swissair, Lloyd Aéreo Boliviano, etc… ¡Quiere que el Estado siga botando la plata! Y qué importa que haya más capitales chilenos aquí que peruanos allá, tontonazos. Mejor, están mandándonos el agua para fertilizar nuestro aún seco suelo económico. Si lo que precisamente nos falta son capitales. El Perú se descapitalizó mucho de 1968 a 1992, por Velasco y la hiperinflación. Y nos cayó la crisis de 1998. Los patrimonios empresariales locales son aún bajos a nivel sudamericano.
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