-Un rezago velasquista es el congelamiento arbitrario y estatista de los alquileres de los predios antiguos (bueno, en realidad la nefasta ley del inquilinato la dio Morales Bermúdez. Te salía más caro el taxi que ir a cobrar por la inflación). El resultado ha sido una tugurización increíble (observen nomás los decrépitos solares, casonas y callejones de La Victoria, el centro y el Rímac) porque al dueño no le interesa invertir en mejorar la vivienda y el ocupante no lo hace porque no es suya y paga –cuando paga– centavos. Debe primar la voluntad de las partes y no el dictado paternalista estatal. Espero que esta situación no se prorrogue tras este 31 de diciembre y que el libre mercado se ocupe sólo de la mejora urbana de Lima. También se deben agilizar los procesos de desahucio, porque sobran los sinvergüenzas que viven gratis mucho tiempo a costa de los propietarios. La figura del pícaro “Don Ramón” de El Chavo del 8 debe ser erradicada del paisaje nacional.
-Veo el juicio a Fujimori y pienso qué maravilla hubiera sido que Belaunde hubiera tenido los pantalones de enjuiciar a los velasquistas, moralesbermudistas y sus colaboradores lacayos por golpistas, abusivos y ladrones.
-Tal como lo adelanté ayer, era imposible que Fujimori no fuera condenado por el allanamiento, como tampoco que no lo sea próximamente por la CTS a Montesinos. Como es primario y cercano a cumplir los 70 años, seguro buscará una reducción sustantiva, amén de que seguramente maniobrará para que se le compute de alguna manera su detención en Chile.
Y que sea castigado severamente por las fechorías que haya cometido, pero lo que sí se debe evitar es que ahora venga una falaz ofensiva ideológica de la izquierda y de los caviares para negar los aspectos positivos que dejó su gobierno a fin de cambiar lo que ellos –estúpidamente– llaman “el modelo neoliberal”, tales como la salida del Estado de la actividad empresarial (que lamentablemente no llegó a ser total porque Fujimori paralizó este proceso), el fin de la tan nefasta Constitución de 1979, la –aún insuficiente– flexibilización laboral, la baja de aranceles, la –también insuficiente– simplificación tributaria, etc…. Los conozco y ya los veo mezclar camotes con papas para buscar que se retroceda. Ya me los imagino diciendo que hay que cambiar la “Constitución fujimorista porque la promulgó alguien que ha sido condenado” y sandeces de ese estilo. Cierto que esa Constitución pudo ser mejor (le faltó el voto voluntario y se siguió con este híbrido semipresidencialista en lugar de ir a un presidencialismo puro, tipo EEUU o México. Son absurdas esas huachafadas inútiles del voto de censura y de confianza, las interpelaciones o que los ministros vivan prácticamente en el Congreso en comisiones. En el Perú vale el aserto “A menos Congreso, más progreso”), pero cambiarla sería abortar el actual crecimiento económico y hacerle el juego al chavismo. Seamos maduros y mantengamos las reglas de juego, que esta chilla ya se viene y hay apristas románticos que se pueden prestar a este disparate.
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