:: El “ojo que llora” es de Hidrogo

Columna Diario Correo
Por Aldo Mariátegui

1)¿Ese excéntrico “juez” Cancado de la CIDH, Lerner, García Sayán, Soberón, Macher, Rospigliosi, Beto Adrianzén, Basombrío, Jorge Bruce, Nelson Manrique, Charly Castro (aquel que manda en La República), Mirko Lauer, César Hildebrandt o varios colegas míos –vueltos en caviares de viejos– han hablado o escrito una línea sobre el policía Hidrogo?
Me refiero al mártir, al que durante la toma de Castro Castro los senderistas le arrancaron los ojos y le hicieron mil barbaridades más antes de que lo rescaten y se muera por piedad divina seguramente. No, claro que no.
Hidrogo no existe para ellos, a pesar de que siguen viviendo tranquilos y pueden opinar dislates como que se acate ese estúpido fallo gracias a gente como Hidrogo, abogar para que les den plata y homenajeen a los que le arrancaron los ojos. No, Hidrogo no existe tampoco para el Estado peruano, que no ha cumplido con los míseros S/.35 mil –claro, no son US$50 mil porque no es un terrorista– que le deben a la viuda, a la que algún miserable ha amenazado encima de muerte.
¿Alan, Del Castillo o Cabanillas han hablado de Hidrogo? ¿Carranza le ha girado el cheque? Sólo Mazzetti, y para decir que existe un problema con la plata. Y punto. A la viuda de ese mártir le deberían dar US$50 mil (si no más) y homenajearlo. Es que los pobres Hidrogos salvaron a este país, “habitado por desconcertadas gentes” como bien decía Piérola. ¡Qué vergüenza!

2)¡Qué buena la de Humala cuando llamó “el ojo de uva” al monumento caviar “El ojo que llora”! Y pensar que ese indocumentado casi fue presidente. ¡Qué poca cosa podemos ser! 3)Si algo no va a ser Caridad Montes en su próxima reencarnación es gerente de Imagen o de Marketing.
No es que los recordados César Bazán, Nilver López, Soledad Lozano y Olmedo Auris (¡que no ha enseñado desde 1989 por tener licencia pagada!) hayan sido gran cosa al respecto, pero la reputación del Sutep con la Montes ha llegado a mínimos históricos.
Y con tendencia a la baja. Aparte de ser una pésima comunicadora (robóticamente fanática, poco ingeniosa y menos leída, de verbo muy barato y repetitivo, picona y con un insoportable tono de voz, entre achorado y gem ebundo), su estrategia para defender las prebendas, engreimientos e incapacidad de su gremio ha sido desastrosa. Nunca antes los maestros han sido vistos con tan poca simpatía por la sociedad (lean las encuestas), que los está considerando ahora como una sarta de parásitos incompetentes y amenazantes que sólo saben exigir más dinero sin poner nada a cambio, ni siquiera rendir un examen facilísimo.
¿Y los maestros no pueden tener, por Dios, algo mejor para representarlos sindicalmente que esos sutepistas o ese Huaynalaya? No creo que puedan ser tan, tan cagones. ¿O es que de verdad lo son?