Posiblemente no existen peores escuelas públicas en EEUU que las de Nueva York. Sin embargo, leo en la revista The Economist que el alcalde Bloomberg (multimillonario de quien se rumorea sería el tercer candidato alterno a demócratas y republicanos en las próximas presidenciales gringas) ha decidido enfrentar el tema con todo y así ha seguido una serie de pasos que tal vez se podrían imitar aquí, donde tenemos el honor de tener el último puesto de 131 países en educación primaria… Primero, Bloomberg logró “municipalizar” la educación, que pasó a ser responsabilidad suya (eso sí no estoy muy convencido de que funcione aquí). Luego, Bloomberg ha decidido acelerar un prometedor experimento que se está dando allá por varios estados: los “charter schools” o “escuelas estatutarias” (ya tienen más de un millón de alumnos).
Lo curioso es que este movimiento nació en Minnesota, un estado usualmente “progre”. La inspiración provino de Nueva Zelanda, un país siempre pionero en cuanto a reformas audaces. Y ya ha sido replicado en el estado canadiense de Alberta, el más liberal del socialero Canadá. La idea en general es seleccionar a un colegio público y liberarlo de regulaciones estatales –el director pasa a ser el principal gestor, con plenos poderes para contratar y despedir profesores y manejar fondos– a cambio de cumplir con una serie rigurosa de metas. Se acuerda un estatuto, donde se especifican misión, visión, programas, objetivos y mediciones. De incumplir las metas (los tiempos varían de tres a cinco años), el director es removido. De conseguirlas, este titular se gana un bono anual de suculentos US$25 mil (aquí habría que bajarlo a estándares locales). Es un esquema donde el director se vuelve un gerente general por resultados, bajo un esquema contractualista. Es más, en Michigan y California se permite que una empresa privada pueda reemplazar al Estado en monitorear los “charter schools” locales si los padres lo aprueban. Asimismo, cada escuela tiene su libreta de notas, donde se pone en conocimiento del público cuáles son sus calificaciones en distintas materias, como cualquier escolar. Los colegios “jalados” entran a un vacacional de mejoras. Dos años “jalado” y el director se va a su casa. Cuatro años “jalados” y todo el plantel es despedido. Los resultados han sido bastante buenos. Y eso que han tenido que lidiar con los “sindicaleros”, los “sindicasaurios” de la National Education Association, la versión del Sutep local que también es una desgracia obstruccionista como nuestra nefasta variante local (la educación escolar pública yanqui es de las peores del mundo a pesar del gran presupuesto que se le destina). Sin embargo, los profesores neoyorquinos han decidido apoyar a Bloomberg.
No veo por qué no podemos comenzar a replicar esto aquí, aunque habría que darle unos cursos de gerencia a los directores escogidos. ¿O por qué nos complicamos tanto y no le pasamos de frente todos los colegios públicos a Fe y Alegría? Tenemos que hacer algo audaz. No podemos ocupar el puesto 131 en educación primaria pública de 131 evaluados…
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