Un par de lúcidos amigos argentinos me enriquecen respecto de las recientes elecciones en su país. Uno me dice que Lavagna corrió adrede como parte de una estrategia peronista para dividir a la oposición y evitarle la segunda vuelta a Cristina Kirchner, algo similar a lo que muchos sospecharon que sucedió aquí con Paniagua y Lourdes. Otro me amplía: “La polarización tradicional de toda elección a presidente no existió. Aquí residió la habilidad del gobierno o la estrechez de miras de la oposición.
El voto antiKirchner no sabía dónde recalar: ¿Carrió o Lavagna? ¿O Rodríguez Saá? Carrió con Lavagna hubieran forzado una segunda vuelta...Cristina perdió en todos los grandes centros urbanos, salvo Tucumán y Mendoza (y, por supuesto, el Gran Buenos Aires). Perdió en la Capital Federal, Córdoba, Rosario, La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca. No todos son ricos allí, como te imaginarás. Te diría que el 80% del voto a Cristina debe haber apoyado, en su tiempo, a Menem. Razones similares: dependencia de la dádiva, empleo público, peronismo en la sangre...
A la derecha le fue mal, a la izquierda horrible. Macri no se presentó y el desgaste de los Kirchner va a mover el péndulo en dirección a su centroderecha...
Elisa Carrió es el prototipo del fiscal. Ese rol le cae como anillo al dedo. Y, en estos momentos, en que los Kirchner hacen y deshacen a gusto, la suya es una irrupción muy oportuna.
Carrió es demasiado volátil, mística, imprevisible, para conferirle una responsabilidad ejecutiva. Rodríguez Saá es otro de los innumerables caudillos de provincia que tiene este país. Aquí crecen (y crecerán) como yuyos. Con su hermano, son los dueños de San Luis. Es un déspota no muy distinto de Kirchner (o Menem). No se le puede negar que San Luis está muy bien administrada y, en términos de obra pública concluida y utilizable, se parece más a España que al resto del país.
En el 2001, el hermano (Adolfo, presidente por 15 días) se disfrazó de progre de izquierda y anunció el default de la deuda con bombos y platillos. Ahora, Alberto vistió el traje de peronista tradicional, medio derechoso en su rechazo a los Kirchner. Le quedó mejor. La inflación se disparó. El gobierno dice ‘8.5%’ . Si medís los últimos tres o cuatro meses y los anualizás, probablemente estemos ya entre 25% y 30%. En algunas provincias –en las que las estadísticas no han sido manipuladas– esos son los registros. Y te recuerdo que hay una maraña de controles, subsidios, impuestos a la exportación de alimentos que, si fueran removidos, alimentarían más esta vorágine.
Es verdad que el frenesí de la campaña –el gasto público crecía a 60% anual– y unas heladas poco oportunas azuzaron los aumentos y es esperable que no se repitan. Pero la situación es mala y el gobierno hasta ahora la ignora.
Néstor la pone a Cristina… Hay que pensar que es la misma chola con distinta pollera. Por cierto, una pollera de Armani”.
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