12 noviembre 2007

King Kong y el rey español (12/11)

-¡Ay Cretinoamérica! ¡Tan folclórica y tan “chacra”! Uno ve en esta cumbre iberoamericana cosas de vergüenza ajena, como al compadrito Kirchner reclamando como galán dramático de telenovela al presidente uruguayo Vázquez (“le has metido una puñalada por la espalda a Argentina”) por una planta de papel que cumple con los estándares europeos más rígidos de contaminación. O al chuncho de Evo Morales apoltronado y desparramado cual patán en un sofá, desairando a todo aquel que ingresaba, para luego superar una actividad oficial para irse a jugar... fútbol. Y como broche de oro, Hugo Chávez que toma la palabra a destiempo (allí falló completamente Bachelet) para ponerse a vociferar idioteces a los españoles (¿qué pensarán éstos de nosotros? Debemos de parecerles recontra tercermundistas), que muy bien hicieron en poner en su sitio al simio demente ese. Ojalá que los venezolanos hagan lo mismo este 2 de diciembre.

-No sé por qué se pierde aquí tanto tiempo y recursos contra el narcotráfico con esas erradicaciones manuales cuando una de las maneras más fáciles de controlarlo es usar el estupendo programa SCOP que tiene Osinerg para rastrear adónde se va el kerosene, un insumo vital para elaborar cocaína que tan sólo se produce en La Pampilla y Talara. Controlar el flujo de kerosene es un millón de veces más efectivo que estar arrancando plantitas a mano y generando humalistas. Habría que preguntarle a Dammert de Osinerg y Pizarro de Devida por qué no han hecho nada aún al respecto.

-Muchas veces he sido crítico con Telefónica (sin caer en esta demagogia reciente de echarle toda la culpa por el colapso en celulares tras el sismo o pretender desconocer la renta básica que figura en el contrato) y no me explico así por qué el complaciente Osiptel aún no dispone implementar la portabilidad numérica en celulares (tú te quedas con tu número para siempre, así te cambies de compañía; eso estimularía mucho la competencia), por qué permite que los teléfonos públicos no te den vuelto, por qué admite que la banda ancha para internet sea aquí tan cara y lenta o por qué no rebaja los cargos de interconexión entre celulares (lo que bajaría tarifas), pero la última del Congreso es de antología.
Resulta que si quieres tener un teléfono público en tu local, pues firmas un contrato con esta compañía y ésta te pone el aparato y te cobra una tarifa comercial y específica por esto (porque ya no es un servicio en tu casa, sino un negocio del cual lucras y tiene además otro tráfico). A unos pendejos se les ocurrió importar dichos aparatos para que otros pendejos los compren, los pongan en su local y los conecten a su línea residencial y así cobren las llamadas a los parroquianos, evadiendo obligaciones contractuales e impuestos, por supuesto.

Pues bien, el Congreso –y todas las tiendas políticas– acaba de sancionar legalmente esto como correcto. Viva la informalidad, viva la pendejada, viva Mesa Redonda.

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