05 febrero 2007

:: Chang, extirpe el veneno (05/02)

1) Si Alan García quiere una reforma del Estado de verdad, pues que desempolve las propuestas que estaban listas en 1996, las que se cargó la demagogia de Popy Olivera, que infantilmente se puso a gritar que iban “a despedir (¡falso!) a miles de empleados públicos”, por lo que el necio de Fujimori, embarcado en la estúpida re-reelección, las enterró. 2) ¡Qué poca cosa son las autoridades –actuales y anteriores– de San Marcos de los últimos tiempos! Martha Hildebrandt plantea una propuesta válida –sin pretender que sea la solución al problema de la universidad pública, problema del cual ellos son una parte importante por su ineficiencia– y reaccionan como conejos asustados, refugiándose en palabreos para oponerse, mientras que la mayoría de rectores no dudan en saludar una propuesta que disminuye el parasitismo y el subsidio ciego a los más pudientes. Me parece estupendo que el gobierno se concentre ahora en la educación escolar, pero pronto hay que volver los ojos a la educación universitaria pública. Es muy mala y existe mucha grasa allí como para empezar una reingeniería agresiva. Los rectores sólo saben abrir la boca para pedir más dinero en lugar de maximizar aquel que reciben. La sociedad tiene que obtener mucho más a cambio de lo que invierte, al margen de que obviamente sería óptimo destinar más dinero allí. Existen absurdas carreras superpobladas en San Marcos –como Sociología– que deberían ser racionalizadas, pues el mundo actual exige concentrarse más en las ciencias e ingenierías que botar miles de abogados al año. Urge en todas actualizar programas, así como eliminar el arcaico y nocivo pensamiento rojimio imperante. Porque nuestras universidades públicas aún siguen siendo semilleros de frustración y de potencial violencia por el bajo nivel académico y la basura marxista que impera. Hace poco leía un libro del pensador Alberto Benavides Ganoza sobre la Universidad de San Cristóbal de Huamanga y me quedé estupefacto al enterarme de que los estudiantes de la Facultad de Derecho de allí no supieran dónde queda el mar Mediterráneo (ver Después de la Guerra, p. 29). Y como bien agrega Benavides: “Los cursos de filosofía en la Universidad de Huamanga siguen siendo cursos de materialismo dialéctico, es decir propaganda marxista. La bibliografía de estos cursos sigue siendo los infames catecismos marxistas (…) A los alumnos se les exige que repitan como papagayos todo ese hegelianismo de tercera (…) Para el Perú entero la filosofía fue la propaganda desplegada por los profesores marxistas (…) La mayor parte de los profesores de filosofía del Perú no sabrían qué dictar si no dictaran marxismo (…) Que se siga enseñando marxismo y de la peor calidad en casi todos los niveles de la enseñanza en el Perú no parece interesar a las clases dirigentes (…) Hay una batalla intelectual por dar en el país. El marxismo barato sigue propagándose en las provincias del Perú” (ídem, p. 61-63).

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