Pretender evaluar un gobierno a los 100 días es infantil, por no decir otra cosa. Todos los nuevos funcionarios –desde ministros a burócratas medianamente importantes– tienen que familiarizarse y aprender cómo se conducen sus áreas, hay que nombrar gente y llenar huecos, hay que conocer cómo te llega el dinero del presupuesto y cuánto te han dejado, con quién chocas y con quién no, ver cómo funciona tu relación con otros poderes del Estado, con el mismo Presidente, qué congresista te va a hacer su “lorna”… En fin, acomodarte cual escolar cambiado a colegio nuevo. Eso te toma fácil unos tres meses y no nos podemos quedar para siempre en la ilusión dada por los apabullantes primeros 100 días del primer belaundismo (miren cómo acabó…). Pero en 180 días ya se puede hacer una primera aproximación. Evaluemos pues. Siendo cínica y medianamente realista, no está mal hasta ahora. Se ha nombrado a un gabinete casi parejo en calidad (donde algunas mujeres no están funcionando igual de dinámicas que el resto) y el Premier coordina bien. Se han tomado medidas en el tema educativo cogiendo al bravo toro del Sutep por las astas, algo que ningún gobierno había hecho. También se está trabajando una reforma militar, se está tratando de inyectar dinero público sin dilapidarlo, se dan ejemplos de austeridad, se han normalizado algunas relaciones exteriores tontamente deterioradas (pero ya hay que ir a La Haya), se han bajado aranceles y dado algunas reformas tributarias (siempre bueno), se ha dado una ley del atún que puede disparar aún más al norte, se ha puesto orden en el mundo de las ONG, se le ha sacado plata a los mineros y una rebaja a Telefónica sin pelearse –¡del lobo un pelo!– ni ir a juicios riesgosos, se están tomando medidas para agilizar el gasto sin bastardearlo (cambios en Consucode y procedimientos, mantener SNIP), está por salir la ventanilla única de comercio exterior, no se ha interferido con el accionar económico con idioteces (¡ya eso es bastante!), se ha puesto algo de mano dura en carreteras, se ha entendido la necesidad de sacar el TLC (donde faltó más agresividad) y el grado de inversión, se quiere cambiar la matriz alimentaria, se ha ganado la confianza de los agentes económicos, se está tratando de revitalizar la obra pública… Lamentablemente, se pudo cerrar la legislatura cancelando el tema de la libre desafiliación, pero se perdió la oportunidad por infantilismos. Pero no está nada mal para tan sólo seis meses, sobre todo al lado del irritante inmovilismo toledista. Tampoco se puede caer en la complacencia y la molicie. Para los próximos tres meses, urge sobremanera sacar el TLC con EEUU y de una vez establecer un marco laboral estable y cuerdo que dure sin cambios un buen tiempo. Otras asignaturas a enfocar cuanto antes son la reforma del Estado y del Poder Judicial, una mejora dramática de la seguridad pública (¿shock policial y carcelario?), sacar más concesiones y procurar una agresiva apertura de los mercados chino y japonés con sendos TLC. Y para empezar, sería un buen mensaje eliminar un ministerio tan inútil como el de la Mujer. Todo cuanto antes. En cuanto al discurso, un demasiado hiper-activo García sigue insistiendo en la pena de muerte (seguramente “para marear la perdiz”, o sea, distraer. Y para sintonizar con las masas y evitar que “le impongan agendas como a Toledo”), que ha enervado –junto a la ley de las ONG y las críticas a los fallos chiflados de la CIDH– a la única, única oposición que tiene ahora por delante y que le está mostrando muy mala leche: la caviarada. Esta neooposición es ínfima electoralmente, pero muy fuerte cualitativamente (muchos medios, ONG, contactos externos, apoyo europeo) y muy militante (asombra ver a conocidos ex funcionarios y asesores del “fujimorismo tardío” tan fanáticamente conversos. ¿La fe del hereje o apasionados reposicionamientos personales por remordimientos?). Es la única (a menos que se considere que varios sectores del APRA parecen jugar a ser opositores), pues no existe nada relevante en el Congreso y los sindicatos (CGTP, Sutep) están a punto de desaparecer del mapa porque están dejando aceleradamente de representar a alguien y el crecimiento económico tiene tranquila a la calle. Tampoco Lourdes o Humala la chuntan por ningún lado y los fujimoristas juegan a ambiguas complicidades con los apristas. Precisamente, Fujimori le puede significar un cangrejo en los calzoncillos a García a muy corto plazo, porque ya está por acabar el primer round de la extradición. Y ciertas regiones (Puno, Ancash, Cusco y Pasco) se pintan muy problemáticas. En cuanto a la oposición externa, allí tenemos al eje Chávez-Correa-Evo, además de los demócratas gringos (muy caviarones) y claro, los chilenos. Finalmente, la economía se pinta buena para el 2007, salvo algún evento mundial inesperado. Más le temo a los años que acaban en 8 (o cerca), siempre históricamente muy malos y recesivos para nosotros (1918, 1929 hasta 1940, 1948, 1958, 1967, 1978, 1988, 1998).
En líneas generales, le pondría de nota un 14 al gobierno hasta ahora. Con prontos TLC con EEUU y reforma laboral –sin descuidar lo avanzado– subiría rápido a 16.
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