Ayer apareció bastante excitada y algo paranoica la presidenta congresal Cabanillas para responder sobre algunos gastos. Aquí el quid del asunto no es vanagloriarse de algunos ahorros ya hechos (dignos de aplaudir) o de que no se está gastando mucho.
No, aquí hay otros temas de fondo. El primero es por qué los contribuyentes les tenemos que pagar seguros privados de salud a los congresistas (y que Cabanillas los corte de una vez si los heredó, como asegura). ¡Que se atiendan en EsSalud!
Si los congresistas quieren gastar en seguros privados, pues que los paguen de sus bolsillos. Otro asunto que quisiera que me expliquen es por qué el Congreso se ocupa de un museo (la Inquisición)... Encima que su temática es ajena (salvo por el dolor que ambos le infligen al común de los mortales), éste debería ser de exclusiva competencia del Instituto Nacional de Cultura (¡por absurdos como éste es que necesitamos la reforma del Estado!).
Que la competente Cecilia Bákula se ocupe de dicho museo y no Cabanillas o su mano derecha Cevasco (o alguien dependiente de éstos y no de Bákula, como corresponde). Tampoco me parece que se deban gastar US$650 mil más en el canal parlamentario. Suficiente con lo que hay, si es que de verdad éste debe existir (a mi parecer, ¡no! Mañana entonces tendremos un canal del Ejecutivo, otro del Poder Judicial, etc.), allí perdido en el espacio del lejano Canal 95 y al que sólo lo vemos los periodistas por chamba (porque no lo debe de ver absolutamente nadie).
Y no porque España o Chile tengan un canal es que la idea es necesariamente buena, además que son países con más dinero y si lo quieren dilapidar, allá ellos. En todo caso, esa emisora la debería manejar Alfonso “Pink Floyd” Salcedo de Canal 7 (seguimos aquí con la reforma del Estado…) y no Cabanillas. Sobre los 95 mil soles en agua mineral, pues que los congresistas y sus visitantes tomen “agua de Cañete”, es decir, la seguramente saludable agua del caño dada por esa eficientísima empresa llamada Sedapal (que sigue absurdamente en manos del Estado gracias a los políticos que pululan en el Congreso) y que tomamos el 95% de todos los limeños. Si le tienen miedo a “Sedapalo”, pues más barato y más rendidor a largo plazo es comprar filtros para purificar el agua y ponérselos a cada caño y listo, ya tienes agua limpia para consumir e invitar.
Nadie niega que este Congreso es –hasta ahora– mucho mejor que el anterior.
Pero más que por los innegables méritos de Cabanillas (que ha puesto mucho orden), eso se da en gran medida por las reformas que impulsó su antecesor Antero (valla de 5%, más trabajo en comisiones, proyectos presentados sólo por bancada, etc.), porque los humalistas han resultado sorprendentemente sensatos y porque felizmente nadie ha vuelto a meter gente como la que llevó Perú Posible.
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