:: Educación pública y pagos (07/02)

La última propuesta de la congresista Martha Hildebrandt ha agitado el cotarro y hace poco leí un artículo (http://www.larepublica.com.pe/content/view/141446/) de la buena poetisa Rocío Silva Santisteban (hija del lamentablemente recién fallecido Fernando, un intelectual estupendo) al respecto.
Allí cuenta una serie de problemas personales (agravados por ser madre soltera, una responsabilidad propia, ojo) y cómo salió adelante gracias a generosidades de parientes en el colegio, becas en la U. de Lima, educación pública gratuita en San Marcos y un fellowship en Boston, EEUU (porque para eso el país más capitalista del mundo no fue malo para la “progre” Rocío). Extrapolando su caso personal, ella pide que la educación pública gratuita se mantenga para los estudiantes de colegios privados. Muy bien, su razonamiento es conmovedoramente respetable y hasta válido, pero me hubiera gustado leer lo siguiente:
“Ahora que tengo una mucho mejor situación económica individual, creo que para casos como el mío sería factible que devolvamos a la sociedad algo de esta educación que nos salió gratis mediante largas y cómodas cuotas mensuales (pagaderas a San Marcos en mi caso), facilitando así que otros tengan también la tremenda suerte que yo tuve”. Porque de lo que aquí se trata es evitar el parasitario lonche gratis y aliviarle la vida a otros también. No creo que Rocío ahora no pueda aportar 20 soles semanales, solamente indexados a la inflación. En 25 años ya habría pagado su carrera. Por eso, tal vez la institución de muy blandos préstamos universitarios estatales sea la solución antes que cobrarles indiscriminadamente a aquellos que provienen de colegios privados. Por ejemplo, en Chile se otorga así, previa declaración jurada, un crédito al 2% anual de interés, que se comienza a cancelar recién a los dos años de haber egresado, con un techo de pago del 5% del total de ingresos percibidos anualmente (ver http://education.guardian.co.uk/students/
tuitionfees/story/0,,1128829,00.html).