La primera sorpresa que me llevé años atrás al leer las memorias de Thomas Jefferson es que éste fue embajador en París hasta vísperas de la Revolución Francesa.
Y otro hecho que me dejó pensando es que ese genio ya pronosticaba una pronta insurrección social urbana debido a que las últimas cosechas habían sido desastrosas y el precio del pan se estaba disparando.
Es que existen algunos productos y servicios que son detonantes del mal humor ciudadano, más aún si la gente se ha acostumbrado a precios que no han variado en años, como el del pan y el del transporte público, que han estado alrededor de una década 10 y 50 céntimos respectivamente, y que ahora pueden duplicarse de golpe al subir por problemas de monedas menudas y la tendencia al redondeo (España se ha puesto carísima porque en lugar de redondear el euro a 160 pesetas, los agentes económicos lo hicieron a 100 pesetas). Lo del transporte debería solucionarse con el gas de Camisea, pero lo del pan es más complicado, porque el trigo no cesa de subir por culpa de Bush y su idiota política de subsidiar al maíz para etanol, amén de malas cosechas.
El gobierno aquí no puede meterse a subsidiar la harina de trigo porque eso saldría carísimo, no llegaría a quienes debe y fomentaría el contrabando. Y eso del bono es poco práctico y se presta a corruptelas. Por eso tal vez la sustitución sería lo más adecuado, aunque el público peruano pobre es tan difícil y engreído con su paladar… Llamo a un experto que sabe del tema y me dice “Olvídate de tubérculos para hacer harina para pan. La papa y el camote no sirven para eso. Tienes que usar cereales. Sólo un ingenuo puede pensar que el Perú va a ser un país triguero.
Algo puede sembrarse en Majes y otros sitios, pero no hay praderas extensas y jamás va a sustituirse la importación. Para harina de pan le echaría una mirada al centeno (‘rye’ en inglés) y a la cebada (‘barley’). Son cultivos que sí pueden darse en el Perú, sobre todo el centeno, que tiene un nivel de gluten cercano al trigo y es recio como para aguantar el duro clima serrano. Al pan de centeno se le puede agregar un poco de trigo para el sabor. Los panes de cebada y centeno quedan bien, no serían caros, podrías importar sus harinas al comienzo y después ya te impulsarían a la Sierra, pero aquí tienes otros dos problemas: los panificadores y las harineras, que están felices con el trigo, son renuentes al cambio y se la llevan tranquilos”. Otro experto me aconseja que mire los precios en http://www.fedeto.es/lonja/ y, efectivamente, el centeno y la cebada son más baratos. Valdría la pena explorar esto antes de que el tema se complique, porque aquí siempre se quedan dormidos hasta que el problema estalla.
Por eso me gusta el adagio inglés “How soon is now?” (¿Qué tan pronto es ahora?) cuando te dicen que te apures.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario