Por diversas conversaciones y cartas, uno percibe cierta vaga irritación y celos en personas de otras provincias frente a la extraordinaria reacción solidaria mostrada tanto por personas naturales como por empresas limeñas ante lo sucedido en el sur chico. Unos señalan que Lima no reaccionó así frente a sismos muy fuertes que asolaron Moquegua y Nasca (y en menor medida Arequipa) en un pasado relativamente cercano. Otros que esto se debe a que los capitalinos sentimos también la furia del fenómeno y que eso acicateó incluso al limeño más indiferente, quien sintió que casi pudo estar así de afectado. Otros que hubo muchísima más cobertura televisiva porque era un sitio costero de fácil acceso. Algunos afirman que hay mayor identificación con esta zona debido a la visión fracturada de nuestro país, alegando que hubieran querido ver si se habría dado igual respuesta si la desgracia hubiera ocurrido en la Sierra o Selva, y ponen como sustento de este aserto que se le ha “parado poca bola” a la asimismo golpeada pero más pobre, más remota y profundamente serrana Huancavelica (a contramano, a las autoridades tarapotinas parece que Ica les es muy remota, pues no suspendieron sus juergueras festividades locales en pleno duelo nacional…).
“Pasco no es Pisco para los limeños a pesar de estar más o menos igual de cerca”, aducen. Un lector incluso le escribe a otro medio que le molesta que los limeños le llamen “sur” a secas a la zona afectada (en lugar del más correcto “sur chico”), pues así cómo quedan entonces los arequipeños, moqueguanos y tacneños...
No falta quien sostiene que los limeños se identifican mucho con el “sur chico” debido a que es un sitio que suele estar en su imaginario (desde mencionar el “Km 100”, el nuevo centro de veraneo de la burguesía capitalina que queda escasamente a dos horas de Ica, hasta decir que qué limeño clasemediero no puede fácilmente visitar Chincha en sus festividades, Ica en su vendimia, Paracas, etc.) y que sí lo conocen entonces bastante, lo que no pasa con otras localidades. Por allí escuché también a quien decía que si bien Pisco había sido el lugar más impactado, todo andaba muy “piscocéntrico” y que nos estábamos olvidando ya no sólo de Huancavelica, sino también de las bastante afectadas Cañete, Lunahuaná, la sierra limeña, Tambo de Mora, Chincha y la Ica rural en general. Otros piensan que esto debería significar la absorción de la región Ica por la región Lima porque ya han demostrado ser prácticamente lo mismo, algo que se va a incrementar con la autopista. Como que este “feeling” provinciano reclamón va porque los limeños amamos a Ica más que al resto. No sé si todo esto no es sólo una pataleta: los “limeños” somos ahora mayoritariamente un crisol de provincianos, no un bloque “chabucograndense” clásico. En fin, a reflexión del lector…
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