En medio del tráfago, no nos damos cuenta de una serie de cambios profundos que está experimentado el Perú, transformaciones muy positivas que le están cambiando la cara sin que muchos se percaten u otros –los pesimistas de siempre, los “Don Amargos” –se dediquen a decir falazmente que todo es un desastre, que el país no avanza, que “los ricos son más ricos y los pobres más pobres” (una de las frases más idiotas que he escuchado), etc... Sarta de ignorantes que no ven más allá de sus narices ideologizadas y que son incapaces de cosas mínimas y sencillas como ponerse a revisar el crecimiento espectacular en compras de bienes de consumo (electrodomésticos, autos, ropa), del crédito pequeño, del consumo de cemento, ladrillos y electricidad, en tenencia de celulares, la apertura de cadenas comerciales (Saga, Ripley, Metro, etc…) en provincias, etc… Se está creando aceleradamente una clase media chola: la gran tarea ahora es insertar a la Sierra en esa locomotora. Y es crecimiento sano, sin problemas de escasez de divisas que precipiten una devaluación o un sobrecalentamiento inflacionario.
Un libro que recomiendo al respecto –y cuyo lanzamiento lamentablemente casi coincidió con el sismo. Y claro, hay mucho silencio adrede, conociendo lo envidiosos y mezquinos que son muchos de mis colegas, como también la supuesta intelectualidad roja y caviar– es La Revolución Capitalista en el Perú, de Jaime de Althaus, donde este periodista resume en 300 páginas como estamos experimentando un interesante despegue que nos puede terminar de cuajar como nación. Althaus examina fenómenos diversos como la sorpresa del MegaPlaza, el boom agroexportador, la incensante expansión eléctrica y la internacionalización de empresarios peruanos: Grupo Gloria en Puerto Rico, Bolivia, Colombia y Argentina (lácteos y alimentos); Grupo Añaños en Venezuela, Costa Rica, México y Tailandia (refrescos), Grupo Belcorp en 14 países americanos (cosméticos), Intradevco en Chile (limpieza casera), amén de Alicorp, Metrocolor y Hoschiltd o las aventuras gastronómicas de Gastón Acurio (que la está rompiendo en Madrid), Pardo´s Chicken, Segundo Muelle y China Wok.
Y muchas caras de los nuevos millonarios peruanos son “longas”, cholas y provincianas, lo que es doblemente satisfactorio. Tenemos a triunfadores como los Rodríguez Banda (Gloria), los Añaños (Ajegroup), los Huancaruna (Altomayo) o los Flores Cconisclia… ¡Los nuevos barones del azúcar son los Rodríguez Banda (Casagrande) y Huancaruna (Pucalá)!
Y éste no es un fenómeno exclusivamente peruano. Ya la edición anterior de The Economist trajo un especial (“Adiós to poverty, hola to consumption”, ver http://www.economist.com/displaystory.cfm?story_id=9645142) sobre cómo en muchos países de Latinoamérica (mencionan a México, Brasil, Perú y Colombia. A Chile lo ponen en otra liga. Leer “Destitute no more” o “Ya no más indigentes” en http://www.economist.com/world/la/displaystory.cfm?story_id=9645174).
Se está afianzando una nueva clase media, que reemplaza a aquella artificial que floreció a la sombra de un inviable sistema proteccionista y estatista.
Faltan tareas titánicas como reformar los Estados, mejorar la educación o desterrar la informalidad, pero se está en el buen camino para acabar con ese monstruo llamado pobreza. No nos desviemos.
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