¡Qué graciosos son los dirigentes del SUTEP! Resulta que ahora a Caridad Montes y a la cúpula de Patria Roja enquistada allí se les ha antojado regresar a trabajar en abril en lugar de empezar en marzo como todos los profesores. Como los mejores jefazos capitalistas, Caridad y su grupo seguramente desearán acabar el verano descansando.
Que alquilen en Asia y se vayan de fiesta por el bulevar, ya que las rentas han bajado en marzo con el comienzo de las clases. Hablando de rojos radicales, esa última manifestación de la facción de Robert Huanalaya en La Cantuta merece una seria investigación de la Dincote. Nuestras fuentes nos han contado que unos 200 “maestros” y un buen número de “estudiantes” corearon una serie de frases rabiosas muy cercanas a la apología del terrorismo, la ruptura del sistema democrático y la incitación al asesinato de autoridades. Como se sabe, Huanalaya es aún un maoísta muchísimo más radical que Patria Roja. Cuidado con lo que se está incubando allí. Esas payasadas hay que cortarlas desde el saque. Y muy mal las autoridades universitarias de permitir esto en el campus. ¡Mañana viene Bin Laden y expone feliz en La Cantuta! Es que urge una depuración ideológica en muchas universidades públicas, pues allí aún se está enseñando un arcaico marxismo, muy agresivo, en varias facultades. Ya el filósofo Alberto Benavides Ganoza ha advertido de esto en su libro Después de la guerra, pues encontró que los claustros de San Cristóbal de Huamanga, donde parieron a Sendero Luminoso, y en otras sedes provincianas aún se sigue con esta maldita verborrea.
Bien escribe Benavides: “Hay una batalla intelectual por realizar en el país. El marxismo barato sigue propagándose en las provincias del Perú (…) y se propaga en colegios y universidades (estatales)”. Añadiría que también se propaga en muchas radios provincianas, que emiten ponzoña radical –por eso ganó Humala allí– y que a menudo están en manos de los jesuitas y otros curas rojos, muchas veces sin licencias. Ojalá que la viceministra de Comunicaciones Aljovín le eche un ojo a esto último. Por eso es vital que el ministro Chang se ocupe ya de esta infiltración extremista en el magisterio y las universidades públicas y que autoridades alcahuetas con la violencia no se amparen en supuestas “autonomías universitarias”, ya que no se puede tolerar que se cobijen allí enseñanzas violentas y antidemocráticas, financiadas –encima– con el dinero de los contribuyentes.
Ya pasamos una experiencia lo suficientemente dolorosa en los 80 como para permitir que esta mala hierba regrese.
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