Odiado y vilipendiado por muchos, respetado por otros. Lo cierto es que pocos se resisten a leer las opiniones del director del diario Correo, Aldo Mariátegui, declarado enemigo de “fascistas”, “rojos” y “tibios”, que se niegan a decir las cosas como son. Aquí reproducimos sus columnas y las críticas que recibe.
26 marzo 2007
:: Frases y frases (26/03)
Como aficionado a la historia, existen frases en situaciones terminales que me emocionan. El estreno de una película sobre la gesta de Leónidas en Las Termópilas, donde 300 griegos detuvieron por varios días a miles de invasores, nos ha hecho recordar ese diálogo entre un espartano y un persa, donde el segundo fanfarroneó: “El cielo se oscurecerá cuando nuestras miles de flechas lo surquen”, a lo que espartano retrucó: “Mejor. Pelearemos a la sombra”. Y Arica y Bolognesi no serían lo que son si faltase esa tremenda frase: “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. Preciosas palabras, llenas de coraje. ¡Vaya que se inspiró! Por eso cuentan que cuando el zar Nicolás II apenas se enteró por un telegrama que Puerto Arturo había caído en manos niponas durante la guerra ruso-japonesa de principios del siglo XX, exclamó: “Nos faltó un Bolognesi”. Existe también otra historia muy bonita respecto a Cáceres, que nunca he podido confirmar y no sé aún si es leyenda, pero aseveran que cuando se envió al curtido militar como diplomático en el Viejo Continente, éste se encontró con el káiser Guillermo II en una recepción. Dicen que cuando le dijeron al emperador germano ante quién estaba, éste –un hombre extremadamente arrogante y de genio difícil– se llevó muy solemne la mano sana al pecho –tenía una agarrotada por un defecto congénito– y sacó la mejor medalla que llevaba, poniéndosela respetuosamente en la levita del héroe de Tarapacá mientras le decía: “Tome Cáceres, que usted se la merece mucho más que yo”. Otra de mis favoritas es la del coronel Deveraux. Inmediatamente tras el ataque a Pearl Harbor, los japoneses se dirigieron a tomar el atolón de Wake, resguardado por tan sólo 500 marines al mando de éste. Deveraux no sólo desbarató el primer intento de desembarco, sino que aguantó desde el 11 de diciembre hasta vísperas de Navidad todo lo que le tiraron encima. Los japoneses tuvieron que enviar dos portaviones –los gringos se acobardaron y suspendieron una operación de rescate– y perder más de mil hombres hasta tomar el islote de tan sólo una milla cuadrada. Narran que el almirantazgo yanqui, en el momento más difícil, le preguntó a Deveraux qué quería que le enviasen y éste respondió: “¡Más japoneses!”. Otra muy intensa y ya no bélica fue la del reformador protestante inglés Latimer que, al percatarse que su compañero Ridley sollozaba mientras ambos se quemaban en la hoguera por no abjurar, le dijo: “Alégrate, joven Ridley y pórtate como un hombre, que hoy estamos encendiendo un fuego en Inglaterra que nunca se apagará”. Y cierro con una de De Gaulle, finalizando el entierro de una hija suya que sufría de retraso mental y que era la niña de sus ojos. Cogió a su esposa del hombro y le dijo: “Vamos, que ya es igual a los demás”.
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2 comentarios:
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Bolognesi , Graú y Cáceres lo más grandes del mundo , ejemplos de heroicidad única
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