Uno ve los números y alucina. Un informe preliminar del BCR anuncia que crecimos 9.4% en enero. De ensueño. Y sin sobrecalentamiento o falta de divisas. Por eso no debe pasar inadvertido el discurso de ayer de García en VMT, el más doctrinario de los que le he escuchado, donde nos muestra su actual weltanschauung (visión del mundo) económica. Esta se basa en tres vigas maestras: crecer, distribuir (aclaró que básicamente vía gasto de inversión) y cambiar el Estado. Este ABC es correcto, pues Toledo creció, pero cometió la brutalidad de restringir el gasto público en inversión (y erradamente disparó el gasto corriente, o sea, sueldos) y no hizo nada para reformar el Estado. Se acompañó esto con sano pragmatismo utilitarista (recordó a Deng y su frase “No importa el color del gato sino que cace ratones”, expresión favorita de Felipe González). Tampoco dejó de mencionar a la educación –lo mejor que hasta ahora lleva haciendo– como otro pilar, pero lo más interesante fue la aparición del elemento laboral, pues es la primera vez que le escucho a García tocar tan extensamente este vital tema.
Así, fue directo a la crítica de la exclusión urbana moderna, generada por oligarquías sindicales de veteranos que ahogan el empleo de los más jóvenes (“bien común”), usando al “Perro del hortelano” de Esopo (“Erase un perro celoso, guardián de la hacienda del amo que hasta al buey impedía comer su alimento. Necio envidioso –le decía el buey– que ni comes ni dejas comer”. Otros dicen que es del humorista griego Luciano). Y fue sobre las siguientes ideas:
1) Una introducción que se podría resumir así: “No hay peor empleo que aquel que no existe”. La denostada McDonald’s figura entre los cinco mayores empleadores en Brasil y el mayor en jóvenes (¡90% menores de 21 años!), con 36 mil brasileños en planilla. Los tan criticados part-time “MacJobs” por los rojos otorgan ingresos y valores a los chicos como puntualidad, limpieza, diligencia, orden y disciplina.
2) Derechos laborales sí, pero ganados paulatinamente por los entrantes para no ahogar a las empresas.
3) Seguridad social, ocho horas, salario mínimo y derechos pensionarios incólumes.
4). Ausencia de temor al clásico sindicalismo obstruccionista y violento, tipo CGTP y Sutep. Estuvo bastante bien, sólo que le faltó mencionar una palabrita mágica, pero comprendo que es muy difícil pronunciarla para un político: “flexibilidad”.
Y en el punto 4 sí que ha fallado estrepitosamente Pinilla. Aprovechando el crédito político de un nuevo gobierno, las expectativas, los bajos índices de sindicalización y el buen momento económico, debió imitar lo que hizo Chang con el Sutep y arrinconar a la CGTP. Por ejemplo, ¿por qué no le ha exigido un empadronamiento nuevo, dado que el 80% de sus federaciones ya no existen? ¿No es una broma que tengan a Diamante, Inresa y Manufacturas Nylon aún inscritas? Mucho miedo a un tigre de papel, ministra. Demasiado.
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