Ciertamente, me pareció espectacularmente directo el reciente artículo de Diego García Sayán (DGS) en el Decano. La tesis de DGS –y de Mirko Lauer, como resalta– es que Alan carece de cuadros y por eso debe buscar a caviares y rojos, como Paniagua y Toledo. Cual Séptimo de Caballería, salvarán la diligencia estatal. Sin ellos, no habrá “inclusión social y económica”, “un Estado más justo en la distribución del ingreso” y porque “acaso hay en este espacio mejores capacidades para enfrentar la corrupción”. ¡Son habilísimos y hasta angelicales! La verdad de la milanesa es que son bastante prescindibles. DGS no fue gran cosa en Justicia ni como canciller. Borra ha gestionado igual que Blondet y Villarán. Rospigliosi metió las cuatro en el “Arequipazo” e Ilave (y ahora es el gurú de la seguridad. Cosas veredes, Sancho). Los del BCR se dedicaron a pelearse, viajar y crear comités. Tal vez Lynch hizo lo más memorable: el primer examen al Sutep.
Cierto, no tienen chanchullos, pero sí un defecto feo: escupen de la fuente de donde bebieron. Lynch, Villarán, Blondet, Francke, Rospigliosi y Sinesio López han hablado pestes de Toledo y ya vimos cómo se fue Rosa Mavila del Inpe. Y son recontraargolleros. Donde entran, meten a todas las ONG adictas y a su gente a mansalva. También han vendido el mito del Paniagua gran gestor, cuando éste subió mercantilísticamente los aranceles, bajó la cédula viva a seis meses, paralizó la privatización de puertos, dio una horrenda norma de transportes a pocos días de irse, no sancionó al ministro Navarro por poner a su hija como secretaria de su cartera, etc... Por lo menos son agradecidos con uno de los que les dio su momento de gloria. Pero la impresión que me queda es que simplemente se está abogando por chamba y contratos para un madurito establishment “over-fifty”, muy presupuestívoro (sea directamente o vía ONG).
Pues a hacer cola tras los “compañeros”, que por lo menos éstos sacaron infinitamente más votos. Y a juzgar por lo que declara en la revista del IDL, a DGS no le gusta que le recuerden que su ONG Comisión Andina de Juristas trabajó y cobró rico con el fujimorato, ni que fue muy fresco eso de meter a la novia en el avión presidencial a China ni que no debió aflojarle el régimen penitenciario a Abimael ni que pareciese a algunos que llevó una agenda personal desde Justicia para llegar a ser juez de la CIDH ni qué hacía de abogado estable del BCR si no es experto en derecho financiero ni que cómo un juez de la CIDH se ve involucrado en una fascista censura judicial de medios y otras, otras, otras más.
Para él y sus patas caviares, cuestionar esas y otras cosas es “fujimontesinismo”, “locuras”, cercanía al pozo séptico de La Razón (otros que también me “adoran”. Ultimamente me “maletean” peor que a él, lo cual es una medalla) y “ataques mafiosos” al sagrado paniaguato. ¡Qué gracioso!
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