02 octubre 2007

:: Ecuador se suicidó ayer (01/10)

Muy encomiable que el gobierno haya decidido unificar las adquisiciones públicas en una Central, pero ahora viene lo más difícil: ¿quién la liderará? Tiene que ser alguien que haya sido gerente de logística de una empresa muy grande, alguien que haya comprado desde lapiceros hasta llantas. Y no sólo debe aprender rápido a trabajar en el lento y complicado sector público, sino también ganar poco, aguantar a la Contraloría, Congreso y Consucode, lidiar con mafias tremendas y con la prensa, así como prepararse a tener mil juicios al irse.
¿Existe ese bonzo? - Según rezan los cables a esta hora, Ecuador decidió suicidarse y entregarle un cheque en blanco al chavista Correa, que manejaría el país a su gusto con esta Constituyente.
Ya se tiró abajo al Tribunal Constitucional (y ahora sigue el Congreso. Claro, contra esto sí que no protestan nuestras ONG caviares). Ni siquiera Evo tiene tanto poder como Correa, pues el Senado lo ha frenado, su Constituyente anda inmóvil (es que el ex presidente Quiroga es hábil y con carácter; la derecha boliviana no es blandengue y torpe como UN) y tampoco pudo tumbarse a su TC (ninguna ONG caviar lo cuestionó al respecto cuando vino aquí hace poco). Por un lado, menos competencia para nuestro país. Más bien hay que atraer a todo el capital ecuatoriano posible a invertir en Paita. ¡Pero qué malo que el Perú quede entre las fauces chavistas!
- Veo que se está haciendo una semana universitaria en honor a Belaunde.
No voy a mencionar el desastre de sus dos gobiernos, sino contar una anécdota de primera mano, narrada por viejos populistas. Se había constituido el penúltimo gabinete en el primer belaundismo, encabezado por Hercelles. Preocupados los ministros por los insistentes rumores de un inminente golpe encabezado por el general Velasco, el gabinete le pidió al premier Hercelles que le diga a Belaunde que lo destituya, aprovechando que estaba de viaje en Brasil, para así hacer abortar el golpe.
Era setiembre de 1968. Belaunde admitió que sabía de la conspiración, pero no hizo nada ante la sorpresa del gabinete (que luego se iría a su casa por un capricho del líder parlamentario Armando Villanueva. Grave responsabilidad histórica del Zapatón).
El 3 de octubre siguiente lo sacaron a patadas de Palacio y el Perú entró a la pesadilla de la dictadura militar velasquista, igualita a la actual de Chávez en Venezuela. Tal era Belaunde, que según cuentan también supo que Abimael Guzmán estaba escondido en una casa en la Avenida Pershing y lo dejó escapar. Y lo homenajean. ¡Ja, ja,ja!
- Aprecio mucho a Rosa María Palacios, pero patinó muy feo cuando escribió este sábado (P.21, pág. 4) que quienes nos oponemos a la presencia de 41 senderistas en “El ojo que llora” somos “extremistas” y “fanáticos irracionales”. Hay muertos y hay muertos... ¿Nazis al lado de judíos? Y sin picarse.

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