Dentro de los defectos típicos de la siquis nacional se encuentran dos bastante lamentables: quedarse quieto cuando se tiene el imperativo de actuar e ir de perdonavidas, de relativista moral, de “Pobrecito, se equivoco pues, pero lo hizo con la mejor intención seguramente”.
Le acaban de dar un suculento y conocido premio (Fundación Gruber) en Washington a Mónica Feria, alguien a quien nuestro Poder Judicial reclama aquí para que aclare sus notoriamente sospechosos vínculos con el senderismo (yo estaba apenas unas promociones por encima de ella en la PUCP y sus simpatías senderistas eran vox pópuli), lazos que uno tiene la legítima impresión de que aún no se han roto. Anda “refugiada” en Londres, metida en una de estas organizaciones sinuosas de DDHH que, ¡casualmente!, siempre están buscando beneficios para los senderistas, como aquel que acaba de conseguir en la CIDH para indemnizar a los terrucazos muertos en Castro Castro (provocaron la muerte de casi 30 mil peruanos –lo de 80 mil es un cuento chino de la CVR– y pérdidas materiales por US$20 mil millones. Encima hay que darles dinero y pedirles perdón. En fin).
Pues bien… ¿Acaso nuestro embajador en Washington, Felipe Ortiz de Zevallos (FOZ) –persona a la que admiro y aprecio mucho–, abrió la boca, protestó, precisó la situación legal de la galardonada en la Georgetown University? ¡No, nada! Está muy bien que se dedique tanto al TLC, pero alguien debe recordarle que las funciones de un embajador no se agotan allí. Y ese alguien es nuestro Canciller, que debió conminarlo a que haga una enérgica aclaración (¡me dicen que hasta la jueza suprema Ginsberg estuvo presente en la ceremonia!), como debe hacerse ante la embajadora británica por darle cobijo a requisitoriados por senderismo. Y si se está pidiendo la extradición del “refugiado político” emerretista de Evo, pues hay que hacer lo mismo con ésta. Dimos cuenta de este premio y aquí en Lima aparecieron los perdonavidas, los alcahuetes morales, posiblemente por simpatías generacionales (a ella) y antipatías personales (a mí, porque fueron o son rojitos). Resulta pues que “tal vez la chica hizo algo malo por allí, pero ya pasó el tiempo, era mi pata, era una chiquilla equivocada pero comprometida con los pobres, me bastan sus deslindes capciosos y su memoria selectiva, esos de Correo son unos fachos macartistas (nota: La República sacó ayer un informe que coincide 100% con nosotros), mira qué inteligente es que la premien, tiene derecho a rehacer su vida, etc.”…
La misma actitud que se tiene con los intelectuales, abogados (como los laboralistas, ¿no es cierto, Silvio junior? ¿Le has reclamado eso a papi, mano derecha del general Pedro Sala Orozco y creador de la disparatada estabilidad laboral absoluta a los tres meses, a ti que te gusta sermonear a los demás?) y periodistas que colaboraron con la dictadura de Velasco. Se entregaron a un dictador militar, pero lo hicieron por “conciencia social”, por “jóvenes” y mil excusas más. Y tercer defecto típico: el doble rasero.
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