16 octubre 2007

:: Hablemos de fútbol (14/10)

Como es un plácido domingo y han arrancado las eliminatorias, no apetece hoy tratar de temas antipáticos como la política o el falaz supositorio de Tico de César Hildebrandt (que debería llamarse Demetrio, porque es “de metrio y medio”. Ese pigmeo es plato de cuy de día de semana) y sí de fútbol.
Los veteranos me comentan que ese golazo del venezolano Rey a Ecuador en Quito fue exacto a varias anotaciones que le vieron hacer a Lolo Fernández. Les contesto que Lolo tenía entonces más mérito, porque la bola tiene menos resistencia en la altura, dado que hay menos oxígeno.
Por eso da botes raros. Lo de la altura trajo a colación el más heroico triunfo peruano en esa circunstancia, que fue en 1975 contra Bolivia en Oruro, que es más alto aún que La Paz. Les ganamos 1-0 con anotación de “Cachito” Ramírez, gran “sprinter” (su récord escolar en velocidad duró más de una década), que casi se muere de infarto después de una impresionante corrida que culminó en su gol.
Y charlando sobre los dos golazos del argentino Riquelme, coincidíamos que hasta los 80 no eran tan comunes las anotaciones de tiro libre con curva. Miren los mundiales viejos. Pocho Rospigliosi se pasó años hablando de un gol de “folha seca” que nos hizo Didí a finales de los 50. Este y goles como los que le hizo Cubillas a Brasil en Bello Horizonte (Sudamericano de 1975) o “Cachito” a un equipo chileno en Lima (fue tan perfecto que la bola se quedó atrapada en el ángulo) eran raros de ver.
En cambio, ahora se observan muchos goles con curva. Pero mis ojos aún no han visto uno convertido de tiro libre tan imposible, tan desafiante a la física como aquel que le hizo Cubillas a Escocia, con el lado lateral externo del chimpún.
Otras cosas que han cambiado es que hoy hay muchísímo más marca y estado físico. Los veteranos me comentaban que en las épocas de Toto Terry y Tito Drago se jugaba casi caminando, con breves “rushes” de cuando mucho 20 minutos. Además como eran cinco delanteros contra dos defensas era infinitamente más fácil hacer jugadas vistosas.
O acuérdense que el off-side ya existía, pero que recién fue usado sistemáticamente en una fecha tan tardía como el Mundial de 1974 por la estupenda “Naranja Mecánica” de ese táctico innovador que fue Rinus Michels. Antes ni se veía.
Si me preguntan qué es aquello que más extraño del fútbol peruano, respondería que, aparte de jugadores de calidad, es ese futbol de filigrana basado en toques cortos y rápidos a ras de suelo. Me disgusta el pelotazo alto impreciso que campea ahora. No estoy en contra de un pase largo bien dado –Challe y el arquero H.H. Ballesteros eran unos genios para eso–, pero sí del pelotazo.
Y en lo que sí fallamos los peruanos en todas las épocas es en la definición.
Siempre seremos campeones en fallar goles.

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