Obviamente, nadie quiere que nos quedemos como un exportador primario. Pero cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta de que si nuestra economía anda ahora tan bien es básicamente por la minería, a la que le ha caído la bendición china de precios inusualmente altos, y que nos genera una gran cantidad de dólares que han posibilitado un desarrollo económico alto y sostenido sin caer en las devaluaciones (1962-1967-1973-1983-1987) o ajustes de antaño (1996-1998) por escasez de divisas. Fujimori –los malos no ganan al final– no tuvo suerte en esto. Como Velasco con el cobre (Cuajone) y el petróleo para fines de los 70, pensó que acabando los 90 iba a nadar en dinero con la fuerte apuesta que le metió a la minería (mientras que la embarraba con Camisea en 1998).
Así, las inversiones retornaron fuerte al sector por el fin del terrorismo, las privatizaciones y la instauración de un marco promocional agresivo y fiscalmente estable. Pero sucedió lo inesperado y desde 1998 los precios mineros se fueron a niveles bajos nunca vistos desde 1930. Estos no sólo se han recuperado desde mediados de Toledo, sino que han tenido una subida espectacular.
Tiemblo de pensar cuál sería nuestra situación sin estas exportaciones mineras y con los actuales precios del petróleo. Entonces, lo lógico es seguir apoyando la inversión extranjera en la gran minería, aprovechando además que los altos precios la animan ahora como nunca. Como a los rojos les encanta vernos jodidos, se metieron en las ONG y han dificultado mucho esto.
Pero lo que sí es de campeonato es que el Premier le lleve al Congreso una lista de 20 megaproyectos (Magistral, Apurímac, Antilla, Cotabambas, Los Chancas, Las Bambas, Tía María, Michiquillay, Galeno, La Granja, Antapaccay, Marcobre, Toromocho, Quellaveco, San Gregorio, Bayóvar, Bayóvar II, Río Blanco, Pucamarca y la ampliación de la refinería de Cajamarquilla) para darles prioridad en su desarrollo (los chilenos dicen públicamente que sudan ante nuestro potencial minero, que nos puede servir para superarlos) y la Comisión de Energía y Minería la rechace.
Que los humalistas hayan estado metidos en esto no me asombra. Nada bueno se puede esperar de ellos. Pero resulta que la fujimorista Cecilia Chacón, presidenta de la comisión, ha sido la que más se ha opuesto. No la he tratado, pero no me parecía que careciese de buena fe, amor al país y neuronas. Pues mi apreciación estaba completamente errada.
No darle luz verde a este proyecto es mostrar que es una malvada a la que el futuro del país (porque los prospectos toman buen tiempo en madurar) le vale un cuerno o que no le da la cabecita para entender que es el momento en que tenemos viento a favor para desarrollar aún más la que por el momento es de lejos nuestra mayor fuente de riqueza.
Ya lo he dicho: los peruanos somos cainitas, somos nuestros peores enemigos y un invasor no necesitaría traer tropas aquí. Pizarro adivinó bien eso: Felipillos y Cecilias Chacones aquí hay a montones.
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