16 octubre 2007

:: El bastardo de la familia (I) (12/10)

César Hildebrandt ha vomitado uno de sus derrames de odio contra esta Casa Editora por el tema finés, aunque él es más cercano al detenido “Polaco” de Fernando Zevallos...
Como aquí no nos quedamos quietos como otros colegas en responder –salvo que se trate de gastar pólvora en gallinazos, pero este rabioso mix de enano mono tití con mandril cabezón se lo merece–, a continuación ponemos a disposición del lector una reveladora respuesta que Enrique Zileri, director de Caretas y patriarca del periodismo, le dio a este pomposo supositorio de Tico (Mar de Fondo, Caretas 1171, pág. 88-89, 5 de agosto de 1991) y que revela –sobre todo a la juventud, que no tiene por qué conocer el torvo pasado de este falso ídolo– lo comprometido que estuvo este ahora supuesto “paladín de la libertad de prensa” con la dictadura del general Juan Velasco, a la que le lamió servilmente las botas como periodista vendido a los militares, aparte de mostrar su espíritu mercantilista para todo. Y ya viene más. Mucho más. Esto va a estar muy entretenido.
-“Puesto que Hildebrandt ha bombardeado a los diarios de Lima con cartas al director de CARETAS, escritas varias en son de inexplicable reclamo y con diferentes matices de marrón, es gracias a una infinita paciencia y tolerancia que la revista publica esta nueva misiva suya.
Cabe advertir que la insistencia de este periodista se parece a la de la mosca tse tse, cuya picadura arde un poco al principio pero después induce a la enfermedad del sueño. Es de esperar que el mal aún no haya prendido y que el lector esté en condiciones de seguir este ocioso intercambio.
CARETAS no ha dicho que todo el diferendo de Hildebrandt con Canal 4 se circunscriba al tema financiero. El vil metal, sin embargo, fue un ingrediente importante y si el colega considera que la discusión sobre adeudos y adelantos por más de 200,00 dólares es un “entredicho subalterno”, no podemos dejar de felicitarlo por el rango que debe ostentar en el escalafón tributario.
El problema central es que Hildebrandt siempre termina enemistado con toda persona que trabaje con él en una categoría que no sea subalterna, y aun allí nadie está a salvo.
Los conflictos se han sucedido una y otra vez, y en este caso la nueva legión de sus admiradores se ha encargado de repartir copias de cartas suyas en las que sus reclamos económicos eran francamente dramáticos y hasta hablaban de la venta de enseres personales para poder subsistir con menos de US$ 50,000 al mes. Por eso resulta inexplicable que ahora se ofrezca a trabajar por la mitad. Si estaba dispuesto a reducir costos y dejar en la calle a su personal, ¿por qué no lo dijo antes?
Hildebrandt, por cierto, es un periodista romántico que sabe tomar decisiones con el ojo de vidrio del negociante, sea para descontarle mil dólares a un camarógrafo por perder accidentalmente un trípode en un viraje de helicóptero, para despedir a productores que ya no le interesan, o para escoger la marca de su automóvil y el tamaño de sus guardaespaldas.
En 1974, incluso, logró una metamorfosis asombrosa. Siendo redactor principal de CARETAS aceptó un puesto de propagandista de Sinamos (*) en el gobierno de Velasco precisamente cuando la revista había sido clausurada por la dictadura. Con Velasco se alineó más de un periodista por equivocada convicción, pero en el caso de Hildebrandt fue una cuestión de agilidad mental y sangre fría. Nadie dio semejante salto, ni se mantuvo en esa ubicación a pesar de la confiscación de los diarios. Sólo el golpe de Morales Bermúdez lo sacó de allí.
Cómo llegó eventualmente este brillante camaleón de la prensa a ser promotor publicitario de la campaña de Vargas Llosa, y en qué medida se convirtió a última hora en uno de los buenos muchachos de determinado Al Capone aprista, son otros de los maravillosos misterios de la naturaleza. Pero confesaremos que en CARETAS también hemos hecho proezas.
Por ejemplo, volvimos a tomar a Hildebrandt después de su retiro castrense y, más aún, lo aguantamos durante años. Eso, modestia aparte, se llama heroísmo. Ahora basta”.

(*) Sistema Nacional de Movilización Social. Infame brazo político de la dictadura militar del Gral. Juan Velasco Alvarado (1968-1975).

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