:: ¡Viva Bobbio Centurión! (04/03)

Hace unos días falleció el general Carlos Bobbio Centurión. Como esas historias hollywoodenses de héroes que fallecen anónimos, Bobbio se ha ido sin que muchos peruanos tengan la menor idea de la importancia histórica que tuvo. Pero sí que Bobbio tuvo un papel vital, que narraré a continuación. En 1975, Velasco estaba a punto de embarcarnos en una guerra con Chile. Su idea era ir a un conflicto corto en setiembre, aprovechando nuestra inmensa superioridad militar de aquel entonces frente a Chile. Así, Velasco –consciente de su mala salud– podría retirarse el 3 de octubre (aniversario de su “Robolución”) con Arica y el bastón de Mariscal (necesitas una victoria bélica para acceder a este grado) suyos, dejándole el poder a su delfín, el general Javier Tantaleán. Un artículo de la revista Newsweek alertó de este inminente conflicto (esa edición circuló clandestina por Lima). En aquel tiempo el Ejército estaba dividido en tres tendencias: los tantaleanistas, los comunistas (Fernández Maldonado, Leonidas Rodríguez, De la Flor, Graham, Valdez Palacios) y los institucionalistas (moderados encabezados por Morales Bermúdez. Eran ni chicha ni limonada). Por su parte, la Marina –salvo algunos rojos como Faura, Jiménez de Lucio, Dellepiani y Arce Larco– era monolíticamente antivelasquista y no se había olvidado la vejación velasquista hecha en 1974 a su anterior comandante, almirante Luis Vargas Caballero (otro gran héroe anónimo, muerto hace no muchos años). En cuanto a la FAP, el único velasquista ardiente por años fue su titular, el general Gilardi, lo que hacía que una alianza entre esta arma y el Ejército hayan tenido dominada a la levantisca Armada (aunque la mayor parte de aviadores era antivelasquista).
Así, el pase a retiro de Gilardi ese verano había privado a Velasco de esa institución como aliada. Ni los institucionalistas ni los comunistas querían a Tantaleán en Palacio y mucho menos una guerra, así que pactaron para deponer a Velasco y aprovecharon un viaje de su heredero a Londres para sublevarse en Tacna un 29 de agosto. Por eso se le llamó “el golpe de Santa Rosa”.
Con Velasco fuera, el primer año de Morales Bermúdez fue de indefinición y de tensiones entre institucionalistas y comunistas, pues los segundos deseaban volvernos ya una Cuba, con Fernández Maldonado como poderoso premier. Las cosas iban así hasta que el general Bobbio Centurión se levantó contra los rojos en la Escuela de Chorrillos en julio de 1976.
Se hablaba de una inminente y cruenta guerra civil, pues supuestamente la Marina y la FAP estaban 100% con el atrincherado Bobbio, además de que se decía que algunas regiones militares lo apoyarían. La crisis duró un par de días, hasta que Bobbio se rindió a cambio de la purga de todos los altos mandos comunistas castrenses. Así nos libramos de ser otra Cuba. Eso hay que agradecerle a Bobbio y a su sacrificio personal. Descanse en paz, mi general. De la que nos salvó.