- Muy bien que los estudiantes sanmarquinos hayan marchado ayer pacíficamente para expresar su malestar sobre el contrato con la Municipalidad de Lima con respecto al anillo vial. Acá no buscamos precisar quién tiene la razón sino elogiar que los universitarios hayan optado por una manera civilizada de protestar –como es su derecho– ante algo con lo que no están de acuerdo. Lo que hicieron semanas atrás de quemar un camión de la Policía y agarrar a pedradas al primer turno policial que llegó es totalmente censurable. Lo gracioso es que el ex rector Manuel Burga quiso ver una “gesta” en ese vandalismo.
Pareciese que buscase adularlos para encaramarse otra vez. Es el mismo Burga que tuvo su cuarto de hora cuando fue segundón del extinto intelectual rojo Alberto Flores Galindo y que como rector tuvo una muy mediocre actuación.
- Muy contento por la inauguración del monumento a los periodistas y manifestantes contra la estatización de la prensa. En la cupucha se escucharon anécdotas muy curiosas, como que a Rey de Castro lo deportaron dos veces a Panamá, ¡con 150 soles en el bolsillo!, en 48 horas porque los del istmo exigían ciertos sellos en su pasaporte para admitirlo como turista (¡como si él hubiese querido ir allí!). La única pena es que todos están muy mayores y varios de la placa ya no beligeran en este mundo. Bueno, fue un reconocimiento de la sociedad un poco tardío, pero válido. Es bueno que se dé esto cuando uno ve cómo aún se ensalza a los periodistas “parametrados” que sirvieron a la dictadura, como este ministro de Trabajo que condecora increíblemente a Sheen Lazo o García que nombra director de la Biblioteca Nacional a Hugo Neira o leer obituarios increíbles en loas como las escritas para Efraín Ruiz Caro y José Adolph. Estos “parametrados” en general fueron tan crueles con sus colegas. Por ejemplo, y lo leí en la inauguración, el extinto Ismael Frías escribió las siguientes infames palabras cuando se le quitó la nacionalidad y se declaró “traidor a la patria” al insigne Manuel D’Ornellas: “Una sanción terrible pero justa y necesaria (...) Ya no se puede hablar más con Manuel D’Ornellas. Y ésta es la última vez que se debe hablar de Manuel D’Ornellas. Él ha muerto para el Perú (...) su triste caso debiera tener un valor ejemplarizador”.
¡Qué horror! Es que aún quedan quienes segregan basura fétida de esa ralea, como Carlos Bernales Villegas o “Cabe” (que debería firmar como “Cague” más bien), el escatológico caricaturista del marxista-chavista-humalista César Lévano. No sé cómo Lévano pudo trabajar tantos años con Zileri y permitir que esta infecta cucaracha agravie ayer con esas estúpidas insinuaciones a su ex compañero de tantas jornadas, como si Zileri, entre otros, fuera precursor de algo malo (esto dentro de la lógica del comunista resentido que paradójicamente reside en su odiado EEUU para vivir su opción gay). Con esto, Lévano demuestra que no vale nada de nada como persona. Insinuarle idioteces a Zileri... Debió seguir la tradición familiar y quedarse de operario de panadería, como sus inflados ancestros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario