17 junio 2008

Menos hijos y más mudanzas (10/06)

Por fin salieron los resultados del censo que se hizo como Dios manda (inmovilidad en día no laborable, batería grande de preguntas), y no como ese absurdo experimento anterior, que iban a tu casa a cualquier hora en cualquier día (por eso aparecieron tantas viviendas deshabitadas. ¡18%!) con muy pocas preguntas y que para colmo arrojó mucho menos habitantes.

Ya parecía ese cálculo estrafalario que hizo el “experto” gringo Patrick Ball para la CVR con el fin de estimar el número de muertos durante el terrorismo, que arrojó un número desmesurado –70 mil contra los 25 mil registrados– al utilizar un método para contar anchovetas... No sé cómo pueden tener cara y cuajo los caviares para seguir repitiendo ese número desorbitado (cuando los encaras, responden “que no interesa el número sino la tragedia”. No. Importa la tragedia y la verdad también. ¿O no se llaman “Comisión de la Verdad y etc...? No se gastaron US$19 millones en la CVR para hacer payasadas estadísticas e inflar números, seguramente con fines políticos).

Este censo confirma una serie de claras tendencias demográficas que vienen dándose desde 1940: la atrasada Sierra se achica (de 65% al 32%), mientras que crecen la Costa (28% a 54%) y la Selva (de 7% a 13%). Se notan mucho las migraciones por buscar progreso de los años 60 (la Sierra pasó del 52% en 1961 al 44% en 1972 u 8 puntos), por la Reforma Agraria (de 44% a 40% de 1972 a 1981 o 4 puntos) y por el terrorismo (de 40% a 35% o 5 puntos). Eso se ha frenado un poco de 1993 a ahora (3 puntos). Asimismo, es un alivio constatar cómo se ha frenado la explosión demográfica incontrolada, uno de los padres de la pobreza actual, pues el país casi triplicó su población del censo de 1961 a ahora y este boom de bebés coincidió, en gran medida, con la instauración del inflacionario modelo económico velasquista (1968-1992) y del terrorismo (1980-1992) que nos empobrecieron tanto (ambas finas cortesías de la estúpida izquierda nacional. Por eso los quiero tanto). Menos torta (PBI) para mucho más bocas (habitantes).

Elemental, mi querido Watson... Pero aún falta educar mucho en este tema sexual si queremos efectivamente reducir dramáticamente la pobreza. Recientemente leí cómo un joven futbolista tiene ya seis hijos de distintas madres (hasta provoca esterilizar a este irresponsable galán porno, aunque más culpa tienen sus mujeres por brutas) y cómo un campesino de Huancavelica tiene que mantener... once hijos. No sé cómo este señor pretende salir, o que lo saquemos, de la miseria viviendo a 4,500 metros en un páramo alejado y helado, pasando todas las privaciones posibles y encima engendrando como un conejo. Hay tanto que educar sexualmente a la gente más pobre como mudarlos a sitios más accesibles a los servicios básicos y más ricos en posibilidades. No puede ser que el 80% (55 mil) de los centros poblados rurales tengan menos de 200 habitantes. Hay que acabar con ese archipiélago estructural que alimenta la extrema pobreza. Eso no debe limitarse a tan sólo mantenerlos con asistencialismos sino a convencerlos a que se muevan (y se recreen con más cuidado).

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