25 noviembre 2006

:: ¿El salvador del PPC?

Columna Correo Perú
Por Aldo Mariátegui

Si la Comisión de Constitución hubiera impuesto la necesaria segunda vuelta en las elecciones regionales en lugar de estar perdiendo dos meses enteros en discutir la situación del congresista Luna, otro sería el cantar hoy. Dos meses para decidir un tema que se debería haber resuelto en una sola sesión y a ocuparse de temas constitucionales muchísimo más importantes que Luna.
Dicho sea de paso, la ardorosa defensa del polémico Luna por los congresistas pepecistas Raúl Castro y Javier Bedoya no ha hecho más que reforzar mi pobre opinión sobre ese sesgo abogadil del PPC, donde más usan al partido como un bufete. Es cierto que el PPC siempre fue una suerte de coalición de bufetes limeños y que Bedoya padre, Polar y Ramírez del Villar tenían esa perniciosa filosofía, pero por lo menos éstos sabían hacer política y preparaban buenos cuadros (el PPC fue una valiosa cantera para casi todos los gobiernos). Ellos en cambio sólo se dedican a la leguleyada congresal y su líder Lourdes a meter estrepitosamente la pata cada vez que abre la boca y a perder elecciones ganadas de la mano de su brillante consejero Xavier Barrón. Por eso el PPC está así de mal y por eso su única esperanza se halla en gente joven como Salvador Heresi, que aún no imita por lo buena gente que es a Francis Allison y se larga.
En el PPC tiene que darse un relevo generacional y ya. ¡Chau Lourdes, Barrón y la dinastía Bedoya! Volviendo a las regionales, no puede ser que ese ultrarradical de Puno sea presidente regional con tan sólo el 19% de los votos. Como no puede ser que la mayoría de electos no lleguen ni siquiera al 33%, aquel tercio mínimo que se pedía en las elecciones presidenciales antes de que se implante la cordura de la segunda vuelta en la C-79. Eso favorece la aparición de estas pulgas radicales y desfavorece a los partidos organizados, además de darles muy poca legitimidad y respeto ante sus paisanos. Además, la segunda vuelta desnuda a los candidatos al obligarlos a debatir. Pero no, más importante era dedicarle casi todas las sesiones a Luna. ¡Están en la luna! Como esa congresista aprista Nidia Vílchez, que debe andar mal de la cabeza. Pedir que los presidentes regionales puedan constituir empresas públicas es demostrar que no ha entendido nada del daño por inflación y corrupción que la proliferación de éstas le hizo al país. Y su colega unionista Eguren que se quiere cargar solapadamente el SNIP y que se dilapide el dinero en ese despropósito que es Majes II.
¿Quiere crear hectáreas de US$50 mil para sembrar alfalfa, como Majes I? Y la irresponsable legisladora Martha Acosta quiere libre desafiliación automática de las AFP para que el fisco colapse.
Nuestros parlamentarios deberían dar un examen de coeficiente intelectual antes de jurar. No deberían asumir quienes no pasen de 80 puntos.

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