28 noviembre 2006

:: La isla del Gallo

Estaba tan deprimido por esta noticia del TLC que casi no escribo. Me sentí como cuando en una universitaria mañana de agosto de 1988 me enteré por RPP de que Alan García había descartado firmar el contrato con la Shell para Camisea por miedo a los rojos Gustavo Mohme (padre), Javier 0.5% Canseco (pues éste ya perdió el “Diez” de su apellido por su personal hecatombe electoral), Manuel Dammert, Daniel Estrada, Carlos Malpica y al aprista Alfonso Ramos Alva. Días desoladores en los que uno piensa que nunca, maldita sea, vamos a salir del “casi la hicimos” o de “triunfos morales”. Espero no pecar de pesimista, pero creo que va a ser casi imposible que el nuevo Congreso de EEUU, de mayoría demócrata, nos otorgue el TLC.
Me imagino que los chilenos –los únicos sudamericanos que tienen un TLC– y varios compatriotas que se oponían (por desgraciados, por imbéciles o por ambas cosas a la vez) deben estar celebrando este revés, pero cualquier peruano que quiere que esto salga adelante tiene que sentirse desolado. Muchos saldrán ahora a decir para afuera que tenemos mejores posibilidades el 2007, pero aquellos que conocen algo del mundo gringo se huelen que esto “ya fue”, que va a ser remotísimo obtenerlo (espero tragarme mis palabras).
Se debió aprovechar esta victoria de Correa y el inminente triunfo de Chávez para agitar el cuco de la seguridad nacional ante los gringos y arriesgarnos a forzar la votación ahora que por lo menos los librecambistas y furiosamente antichavistas republicanos imperan. Es que el mundo es de los que se atreven, no de los timoratos, aquellos tibios que tienen el peor de los sitios posibles en el Infierno de Dante. Hernán Cortés quemó todas sus naves en las playas tras desembarcar porque o conquistaba México o moría en el intento. Pizarro trazó una línea con su espada en la isla del Gallo y les dijo a sus famélicas tropas que quienes la cruzaban podían ser ricos o morir en el Perú por lo menos tratando de serlo, mientras que quienes se quedaban al otro lado regresarían simplemente a morir como míseros perros en Panamá. Sólo trece valientes la cruzaron. Y todos murieron ricos. Porque se atrevieron. Porque tuvieron cojones.
Hay quienes dicen que el TLC se perdió por una supuesta inacción en el crucial mes de setiembre pasado. Otros sostienen que ello ocurrió por retrasar la votación en el Congreso peruano hasta pasar las elecciones (otros les retrucan que si se votaba antes, Humala ganaba). Otros que por no mantener a Alfredo Ferrero de ministro. No lo sé.
Sólo sé que la acusación que siempre atormentó a Truman hasta su tumba fue “You lost China!” (“¡Tú perdiste a China!”, es decir, permitió que el comunista Mao triunfe en 1948). Espero que de aquí a varios años la gente y los historiadores no digan “Alan García perdió el TLC”. Sería un terrible epitafio para alguien que trató de enmendar su trayectoria histórica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola cusa