Es muy difícil cuantificar el impacto intelectual del recientemente fallecido economista Milton Friedman en el mundo de las ideas del siglo XX.
Voy a tratar sucintamente de divulgar algunos aportes de éste. Unos dirán que su mayor aporte fue la derrota de las tesis de John Maynard Keynes, cuyo pensamiento económico dominó el mundo desde los años 30 hasta finales de los 70.
Keynes –un genio también– sostenía que el Estado podía paliar las caídas en la demanda interviniendo activamente en el ciclo económico, lo que lamentablemente degeneró en un crecimiento desmesurado del estatismo.
Friedman cambió completamente este paradigma con su “Teoría de la Función del Consumo”, demostrando cómo el Estado había terminado siendo un elemento que estaba asfixiando el desarrollo económico y que terminaría generando fenómenos tan curiosos y nocivos como la “stagflation” (inflación con recesión combinadas). Así, por fin triunfó la verdad de que el libre mercado es el mejor –o el menos malo– asignador de recursos, el motor del crecimiento y el generador más limpio de esa información con respecto a las cosas llamada “precios”.
Ni el capitalismo estaba condenado a estancarse por falta de consumo ni los ajustes fiscales inexorablemente guiaban las preferencias de los consumidores ni el pleno empleo se mantenía a base de expandir el gasto fiscal (EEUU salió de la Gran Depresión por la II Guerra Mundial, no por los programas de Roosevelt, como falsamente se cree). Otra victoria intelectual de Friedman fue sobre un artículo de fe de los economistas de antaño llamado “La curva de Phillips”, a la que demolió en 1967 en su discurso ante la Asociación Americana de Economistas. Según este aserto, existía una correlación entre inflación y desempleo, por lo que este último se disparaba si se controlaba a fondo la inflación.
Ergo, era necesaria una dosis de inflación para ponerse cerca de la meta del pleno empleo. Friedman desbarató completamente este mito, poniendo muy en claro que la inflación era un fenómeno absolutamente nocivo que debía extirparse de raíz, cuyo origen era simplemente una emisión monetaria desproporcionada con respecto a los bienes que estaban disponibles en el mercado: demasiado dinero persiguiendo a pocas cosas. Esto que suena muy sencillo (Pedro Beltrán lo graficó para brutos con su ejemplo de la sopa a la que se echaba agua) nos costó muchísimo a los peruanos entenderlo y así los señores Velasco, Morales Bermúdez, Belaunde y García destrozaron los ahorros y sueldos de los peruanos durante muchos años con el aplauso de gran parte de la supuesta “inteligentsia” local.
Allí el BCR fue el peor enemigo de los peruanos por décadas, con sus titulares Manuel Moreyra, Richard Webb, Leonel Figueroa y otros haciéndonos puré a bases de masivas emisiones inórganicas. Friedman demostró así en su monumental Una Historia Monetaria de EEUU, 1867-1967, que la moneda era un activo más y que el público calculaba cómo mantener este activo en sus bolsillos de acuerdo a la inflación, sus ingresos y la tasa de interés. También explicó que la Gran Depresión de 1930 se dio porque la FED “secó” estúpidamente al mercado de dinero –en lugar de soltar plata– y quebró a medio mundo, convirtiendo una recesión severa en una depresión (burrada similar a la que cometió el BCR peruano de Germán Suárez en 1998, que por gusto tenía tantos dólares almacenados para no soltarlos inmediatamente al mercado cuando éste se estaba “secando” y el sol se estaba devaluando aceleradamente.
Profundizaron innecesariamente la recesión. Si tienes un salvavidas, pues rompes el vidrio y lo usas, no te quedas mirándolo mientras el agua te cubre). Es cierto que aquí en nuestro continente dejó un mal sabor por colaborar con la aborrecible dictadura de Pinochet, pero miren hasta dónde han llevado a Chile sus recetas económicas.
Si bien hubo un tremendo tropezón en 1982 por mantenerse congelado el cambio a 36 pesos por dólar (una barbaridad que Friedman jamás aconsejó), el seguir ese modelo (es mentira aquello de que las otras dictaduras militares del Cono Sur aplicaron la misma receta; grandes mercantilistas) disparó a los chilenos sobre el resto del área. Pero fue una pena que el maestro sacrifique la libertad política para tener un laboratorio de libertades económicas a su entera disposición.
Pero Chile no fue su mayor éxito sino Inglaterra. Este país a finales de los 70 estaba experimentando una decadencia espantosa, teniendo incluso que recurrir al FMI, cual nación sudamericana, para estabilizarse. Thatcher aplicó el modelo friedmaniano a rajatabla (cosa que Reagan no hizo, como falazmente se sostiene) e Inglaterra tuvo una recuperación económica espectacular y volvió a ser un protagonista europeo.
Friedman era un atrevido pensador liberal total. Tuvo mucho que ver con el fin del servicio militar obligatorio, creó el “impuesto negativo” para beneficiar a los pobres, siempre explicó que la represión a las drogas y la prostitución eran un subsidio estatal perverso que generaba e enriquecía a las mafias (el año 2005 pidió la legalización de la marihuana), sugirió “vouchers” para mejorar la educación pública, etc., y siempre a favor de impuestos bajos y contra el proteccionismo.
Finalmente, era formidable divulgador de ideas. Tenía una columna en el semanario Newsweek (de 1966 a 1984), además de producir una serie de videos bajo el título “Libertad para elegir”, que los pueden ver en http://www.youtube.com/watch?v=Ne91IGIdzGM&mode=related&search=.
Lo recomiendo.
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