Me cuentan desde Lima que por culpa del congresista Alberto Andrade es que no se aprobó la ley que rebajaba los impuestos a los espectáculos públicos.
Se tiró un discurso demagógico que espantó al resto de sus iletrados colegas. Y lo apoyó el unionista Eguren, que cada vez se despinta más. Ya saben: cada vez que vean pasar artistas cerca del país y no los podamos ver, acuérdense de estos dos nefastos sujetos. ¡Qué tipos! - Santiago, de camino a Australia para una invitación de trabajo de la APEC, me recibe con niebla, lluvia y bastante frío. El debate fuerte aquí ahora se centra en la subida del salario mínimo vital, instrumento de redistribución y política económica sobrevalorado y a menudo mal aplicado, pues muchas veces termina de aliado del desempleo y la informalidad si es desproporcionado, además que realmente el sector de la PEA que lo percibe es minoritario. Pero hazle entender esto a los políticos.
Recuerdo que hace años el hábil Salvador Majluf, entonces líder de un gremio empresarial (Confiep, si la memoria no me falla), calculó que el piso de lo que debería ganar una persona urbana en nuestro país para vivir decorosamente era US$300. Chile acaba de establecer su mínimo en US$250, un poco por delante de Argentina (US$248) y Venezuela y Paraguay (US$240).
Claro, la diferencia es que la economía mapochina es mucho más formal, sana y “sincerada” que la de estos otros tres: Paraguay está quebrado, Venezuela vive una orgía populista basada en el petróleo y Kirchner aún sigue con la viada de haber estafado a medio planeta y de su boom agrario, aunque ya ese carro está comenzando a detenerse por falta de inversión. Y ojo que la escasez de bienes en los supermercados ya es preocupante en Caracas y Buenos Aires, particularmente en la primera.
Según La Tercera, Perú (US$156) anda cerca de la media de Colombia (US$174), Ecuador (US$170) y Brasil (US$167), por encima de Uruguay (US$126), México (US$116) y la paupérrima Bolivia (US$65). Sin embargo, según CEPAL no andamos tan mal si los ajustamos al poder de paridad de compra, y sólo Paraguay, Colombia y Chile nos superan en cuanto al poder adquisitivo real del mínimo, haciéndose la salvedad de que el salario mínimo en Paraguay es absolutamente irreal en cuanto a su relación con la economía y que es poco cumplido.
CEPAL también enfatiza que el salario mínimo se ha utilizado adrede en Argentina para estimular la demanda interna, algo que para cualquier economista sensato es un peligroso disparate. Otro tema que me llama la atención es que Francisco Cuadra, el presidente del medio de comunicación estatal, está con un pie afuera por bocón.
No puedo sentir cierta satisfacción: este Cuadra fue ese insolentito que reemplazó temporalmente al canciller Ignacio Walker en las postrimerías del gobierno anterior de Lagos y que envenenó bastante las relaciones con su lengua desbocada. Ojalá lo boten feo y pronto.
P.D. Esta columna saldrá intermitentemente por motivos de viaje de trabajo.
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