Me atrevo a adelantar –con tristeza– que como va la cosa la elección del 2011 se definirá entre un aprista, el antisistema de turno y Fujimori –si no acaba preso por sus pillerías y puede candidatear– o su heredera Keiko. Esto si el fujimorismo no se inviste de antisistema –como lo hizo en 1990– o si no va junto al aprismo.
Es que la centroderecha no tiene remedio de torpe, salvo que Castañeda (que tiene una sorprendente alta aprobación en provincias) u otro le hagan el milagro. A Lourdes la veo cada vez más perdida y este sector se ha vuelto a “limeñizar”. La izquierda no existe (¡1.5% toda junta en el 2006!) y en todo caso sus cuadros serán absorbidos por el antisistema. ¿Acaso no fueron tan oportunistas de unirse muchos rojos a Fujimori en 1990 y a Humala el 2006?
La historia en el Perú tiende a repetirse y el fujimorismo tiene mucho del odriismo, otro gobierno caudillista, autoritario, de política económica liberaloide, mucha obra pública y populismo regalón con las clases bajas.
Lamentablemente, para mucha gente aún es válida la frase odriista “La democracia no se come”, y no la aprecian frente a una combinación de obras públicas, mano dura y estabilidad económica. Una pena.
Y como el “general de la alegría”, Fujimori forjó una curiosa alianza del sector A con los sectores D y E. Y como la tuvo el odriismo, el fujimorismo tiene aún presencia electoral, que obviamente no se manifestó plenamente en las elecciones pasadas al no presentarse su caudillo (¿cuántos votos fujimoristas se habrán ido a Lourdes o a Humala?).
Nadie se esperaba que Odría sacara 28% (480 mil votos), detrás de Haya con su 33% (557 mil votos) y el 32% de Belaunde (544 mil votos), a nivel nacional, además que ganó ampliamente en Lima y posiblemente le hubiera ido mejor en provincias si los apristas no lo mandan al hospital en plena campaña por una pedrada en la cara. Claro que Odría no salió tan, tan desprestigiado como Fujimori, aunque tuvo a su lado al torvo represor Esparza Zañartu, y más bien su esposa María Delgado le fue un puntal político. Me temo que los fujimoristas pueden colarse a la segunda vuelta atrasando a la centroderecha, aunque polarizan muchísimo, tal vez más aún que Odría. ¿Acaso Alan no regresó a Palacio tras las debacles electorales apristas de los 90? El caudillismo vive.
Y si prosigue esta bonanza económica o no se da un bajón severo, un candidato aprista podría sacar más del 20% y entrar también a la segunda vuelta. ¿Acaso Alva Castro no logró una cifra similar en 1990, con Aprocalipsis y el propio Alan en contra, pues éste apoyaba a Fujimori?
¿Del Castillo contra Fujimori? ¿Keiko contra Cabanillas? No sé, pero lo que sí es seguro es que si no se integra a la Sierra/Selva (y para eso hay que gastar en obras), se repetirá la coalición electoral Lima-Costa Norte-Ica contra el resto (antisistema) en la segunda vuelta. Algo peligroso, porque estamos rodeados de países chavistas.
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